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La Casa Perfecta
Blake Pierce
En LA CASA PERFECTA (Libro #3), la criminГіloga Jessie Hunt, de 29 aГ±os, reciГ©n salida de la Academia del FBI, regresa para verse acosada por su padre asesino, atrapada en un juego letal del gato y el ratГіn. Mientras tanto, debe apresurarse a detener a un asesino en un nuevo caso que le lleva hasta las profundidades de los suburbios—y al precipicio de su propia mente. Y se da cuenta de que la clave para su supervivencia depende de que descifre su pasado—un pasado al que no querГa volver a enfrentarse.Un thriller de suspense psicolГіgico de ritmo trepidante con personajes inolvidables y suspense que acelera el corazГіn, LA CASA PERFECTA es el libro #3 de una excitante serie nueva que le harГЎ pasar pГЎginas hasta altas horas de la madrugada.El Libro #4 de la serie Jessie Hunt estarГЎ disponible muy pronto.
l a c a s a p e r f e c t a
(un thriller de suspense psicológico con jessie hunt—libro 3)
b l a k e p i e r c e
Traducido al espaГ±ol por AsunciГіn Henares
Blake Pierce
Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambiГ©n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicolГіgico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicolГіgico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).
Blake Pierce es un ГЎvido lector y fan de toda la vida de los gГ©neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, asГ que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber mГЎs y mantenerte en contacto.
Copyright В© 2016 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto por lo que permite la Ley de Copyright de los Estados Unidos de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida de ninguna forma ni por ningГєn medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn sin el permiso previo del autor. Este libro electrГіnico tiene licencia para su disfrute personal solamente. Este libro electrГіnico no puede volver a ser vendido o regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor, compre una copia adicional para cada destinatario. Si estГЎ leyendo este libro y no lo comprГі, o no lo comprГі solamente para su uso, entonces por favor devuГ©lvalo y compre su propia copia. Gracias por respetar el duro trabajo de este autor. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, los personajes, las empresas, las organizaciones, los lugares, los acontecimientos y los incidentes son producto de la imaginaciГіn del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. Imagen de portada Copyright lassedesignen, utilizada con licencia de Shutterstock.com.
LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE
SERIE DE THRILLER DE SUSPENSE PSICOLГ“GICO CON JESSIE HUNT
EL ESPOSA PERFECTA (Libro #1)
EL TIPO PERFECTO (Libro #2)
LA CASA PERFECTA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO PSICOLГ“GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE
AL LADO (Libro #1)
LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)
CALLEJГ“N SIN SALIDA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE
SI ELLA SUPIERA (Libro #1)
SI ELLA VIERA (Libro #2)
SI ELLA CORRIERA (Libro #3)
SI ELLA SE OCULTARA (Libro #4)
SI ELLA HUYERA (Libro #5)
SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE
VIGILANDO (Libro #1)
ESPERANDO (Libro #2)
ATRAYENDO (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE
UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)
UNA VEZ TOMADO (Libro #2)
UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)
UNA VEZ ATRAГЌDO (Libro #4)
UNA VEZ CAZADO (Libro #5)
UNA VEZ AГ‘ORADO (Libro #6)
UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)
UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)
UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)
UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)
UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)
UNA VEZ ATADO (Libro #12)
UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)
UNA VEZ INACTIVO (Libro #14)
SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE
ANTES DE QUE MATE (Libro #1)
ANTES DE QUE VEA (Libro #2)
ANTES DE QUE CODICIE (Libro #3)
ANTES DE QUE SE LLEVE (Libro #4)
ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)
ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)
ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)
ANTES DE QUE CACE (Libro #8)
ANTES DE QUE ATRAPE (Libro #9)
ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)
ANTES DE QUE DECAIGA (Libro #11)
SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK
CAUSA PARA MATAR (Libro #1)
UNA RAZГ“N PARA HUIR (Libro #2)
UNA RAZГ“N PARA ESCONDERSE (Libro #3)
UNA RAZГ“N PARA TEMER (Libro #4)
UNA RAZГ“N PARA RESCATAR (Libro #5)
UNA RAZГ“N PARA ATERRARSE (Libro #6)
SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE
UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)
UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)
UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)
UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)
UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)
CONTENIDOS
CAPГЌTULO UNO (#uc5595f3c-438e-5a24-b7de-27134772ded0)
CAPГЌTULO DOS (#u621bf816-6e1e-5645-ad72-af74e514789a)
CAPГЌTULO TRES (#u5b87add7-25ed-55a0-9073-8b864c044bcd)
CAPГЌTULO CUATRO (#u7c443059-4ea3-5628-80e9-8d56968a0f19)
CAPГЌTULO CINCO (#ube27df32-72ec-5360-bd1b-0d476565fc86)
CAPГЌTULO SEIS (#u9f932eae-b3b9-5381-b009-59e1db741bc3)
CAPГЌTULO SIETE (#u067f6abc-ae8e-52f3-8e45-211fff848ba6)
CAPГЌTULO OCHO (#ua1a286ef-3ab0-5d1e-a183-693fc913bb6b)
CAPГЌTULO NUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIEZ (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO ONCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DOCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TRECE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CATORCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO QUINCE (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO DIECISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIDГ“S (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y OCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y NUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CUARENTA (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CUARENTA Y UNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO UNO
Eliza Longworth estaba tomando un sorbo largo de su cafГ© mientras oteaba el OcГ©ano PacГfico, maravillГЎndose ante la vista que tenГa a pocos pasos de su dormitorio. En ocasiones, tenГa que recordarse a sГ misma lo afortunada que era.
Su amiga desde hacГa veinticinco aГ±os, PenГ©lope Wooten, estaba sentada en una tumbona adyacente en el patio con vistas al caГ±Гіn de Los Leones. Era un dГa relativamente despejado de marzo y, en la lejanГa, se vislumbraba Isla Catalina. Si miraba a su izquierda, Eliza podГa ver las deslumbrantes torres del centro de Santa MГіnica.
Era media maГ±ana de un lunes. Ya habГa enviado a los niГ±os a la guarderГa y a la escuela y la hora punta del trГЎfico se habГa terminado. Lo Гєnico que tenГan planeado hacer las viejas amigas hasta la hora del almuerzo era pasar el rato en la mansiГіn de tres pisos de Eliza en las colinas de Pacific Palisades. Si no se sintiera tan feliz en este momento, puede que empezara a sentirse un tanto culpable. Sin embargo, cuando la nociГіn se deslizГі dentro de su mente, la expulsГі de inmediato.
Vas a tener mucho tiempo para estresarte despuГ©s. Date el gusto de disfrutar del momento.
“¿Quieres que te rellene el café?”, preguntó Penny. “Necesito hacer una pausa de todas maneras”.
“No, gracias. Estoy bien por ahora”, dijo Eliza, antes de añadir con una sonrisa maliciosa, “A propósito, ¿sabes que puedes llamarlo un descanso para ir al baño cuando solo hay adultos presentes, ¿verdad?”.
Penny le sacГі la lengua por toda respuesta mientras se incorporaba, desdoblando sus piernas imposiblemente largas para levantarse de la tumbona como una jirafa que se despertara de la siesta. Llevaba su cabello rubio y largo, lustroso, mucho mГЎs elegante que el estilo castaГ±o claro a la altura de los hombros que llevaba Eliza, atado en una cola de caballo moderna y utilitaria. TodavГa tenГa el aspecto de la modelo de pasarela que habГa sido cuando tenГa veintitantos aГ±os antes de dejarlo por una vida claramente menos emocionante, pero tambiГ©n mucho menos ajetreada.
Se metiГі al interior de la casa, dejando a Eliza a solas con sus pensamientos. Casi al instante, a pesar de sus esfuerzos, su mente regresГі a la conversaciГіn que acababan de tener hacГa unos minutos. La reprodujo como si fuera una grabaciГіn que no pudiera apagar.
“Últimamente, Gray parece muy distante”, habГa dicho Eliza. “Nuestra Гєnica prioridad ha sido siempre cenar en familia con los niГ±os, pero desde que le han hecho socio de la firma, ha estado yendo a un montГіn de reuniones por las noches”.
“Estoy segura de que se siente tan frustrado como tú”, le habГa dicho Penny para reconfortarla. “Una vez se asienten las cosas, seguro que volvГ©is a vuestra rutina habitual”.
“Puedo entender que pase más tiempo fuera de casa. Lo comprendo. Ahora tiene mayor responsabilidad por el éxito de la firma, pero lo que me incomoda es que no da la impresión de que él tenga ninguna sensación de estar perdiéndose algo por todo ello. Jamás ha expresado ningún reparo por lo que se está perdiendo. Ni siquiera estoy segura de que se dé cuenta”.
“Estoy segura de que sГ lo hace”, le habГa dicho Penny. “Seguramente se siente culpable por ello. Si reconociera lo que se estГЎ perdiendo, harГa las cosas mГЎs difГciles. Apuesto a que lo ha bloqueado de su mente. Yo tambiГ©n hago eso a veces”.
“¿Haces qué exactamente?”, preguntó Eliza.
“Pretender que cierta cosa que estoy haciendo con mi vida y que puede que no sea muy admirable no es para tanto porque admitir que lo es solo harГa que me sintiera peor acerca de ello”.
“¿Y qué es lo que haces que es tan terrible?”, preguntó Eliza burlonamente.
“Pues la semana pasada me comГ la mitad de una lata de Pringles de una sentada, por decirte una. Y despuГ©s les gritГ© a los niГ±os porque querГan un helado de aperitivo por la tarde. AhГ lo tienes”.
“Tienes razón. Eres una persona horrible”.
Penny sacГі la lengua antes de responder. A Penny le gustaba mucho eso de sacar la lengua.
“Lo que quiero decir es que quizá no sea tan olvidadizo como parece. ¿Has pensado en ir a terapia?”.
“Ya sabes que no creo en todas esas tonterГas. AdemГЎs, Вїpor quГ© tendrГa que ver a un terapeuta cuando te tengo a ti? Entre la terapia de Penny y el yoga, estoy arreglada en el aspecto emocional. Hablando de ello, Вїsigue en pie lo de quedar maГ±ana por la maГ±ana en tu casa?”.
“Por supuesto”.
Al pensar en ello ahora, bromas aparte, quizГЎ no fuera mala idea lo de ir a terapia para parejas. Eliza sabГa que Penny y Colton iban cada dos semanas y parecГan contar con una mayor fortaleza gracias a ello. Si decidГa ir, al menos sabГa que su mejor amiga no se lo restregarГa por la cara.
Se habГan apoyado mutuamente desde que se conocieran en la escuela primaria. TodavГa se acordaba de cuando Kelton Prew le tirГі de las coletas y Penny le dio una patada en la espinilla. Eso fue el primer dГa del tercer grado. HabГan sido las mejores amigas del mundo desde entonces.
Se habГan ayudado mutuamente en innumerables situaciones. Eliza habГa estado junto a Penny mientras atravesaba su lucha con la bulimia en la secundaria. Durante su segundo aГ±o en la universidad, Penny habГa sido la que le habГa convencido de que no solo habГa sido una mala cita, sino que Ray Houson le habГa violado.
Penny la acompaГ±Гі cuando fue a hablar con la policГa del campus y estuvo presente en la sala del tribunal para ofrecer apoyo moral cuando testificГі. Y cuando el entrenador de tenis quiso echarla del equipo y retirarle la beca porque todavГa tenГa dificultades con el tema meses despuГ©s, Penny fue donde Г©l y le amenazГі con que ayudarГa a su amiga a presentar una demanda. Eliza permaneciГі en el equipo y ganГі un premio a la mejor jugadora de conferencias junior del aГ±o.
Cuando Eliza tuvo un aborto natural despuГ©s de tratar de quedarse embarazada durante dieciocho meses, Penny vino a su casa cada dГa hasta que por fin estuvo lista para salir de la cama. Y cuando diagnosticaron al hijo mayor de Penny, Colt Jr., con autismo, fue Eliza quien llevГі a cabo una investigaciГіn durante semanas hasta que encontrГі la escuela que acabГі por ayudarle a salir adelante.
HabГan pasado por tantas batallas juntas que les gustaba apodarse a sГ mismas las Guerreras del Westside, a pesar de que sus maridos pensaran que ese nombre era ridГculo. AsГ que, si Penny le estaba recomendando que considerara terapia para parejas, quizГЎ debiera hacerlo.
Un zumbido proveniente del telГ©fono de Penny sacГі a Eliza de sus pensamientos. Se acercГі y lo agarrГі, lista para decirle a su amiga que alguien se habГa puesto en contacto, pero cuando vio el nombre en el texto, abriГі el mensaje. ProvenГa de Gray Longworth, el marido de Eliza. DecГa:
Estoy deseando verte esta noche. AГ±oro tu olor. Tres dГas sin ti son demasiado. Le dije a Lizzie que tenГa una cena con un socio. Lugar y hora de costumbre, Вїte parece?
Eliza dejГі el telГ©fono sobre la mesa. De repente, la cabeza le daba vueltas y se sentГa dГ©bil. Se le cayГі la taza de la mano, que se golpeГі con el suelo, y se rompiГі en docenas de esquirlas de cerГЎmica.
Penny saliГі corriendo de la casa.
“¿Anda todo bien?”, le preguntГі. “EscuchГ© cГіmo se rompГa algo”.
BajГі la mirada para seГ±alar a la taza con el cafГ© derramado a su alrededor, y despuГ©s la elevГі para mirar el rostro atГіnito de Eliza.
“¿Qué pasa?”, le preguntó.
Los ojos de Eliza se movieron involuntariamente hacia el telГ©fono de Penny y vio cГіmo su amiga le seguГa la mirada con la suya. NotГі el momento de reconocimiento en la mirada de PenГ©lope cuando cayГі en la cuenta de lo que debГa haber sorprendido tanto a su querida, vieja amiga.
“No es lo que parece”, le dijo Penny con nerviosismo, descartando cualquier intento de negar lo que ambas sabГan.
“¿Cómo pudiste?”, exigió Eliza, apenas capaz de dejar salir las palabras de su boca. “Confiaba en ti más que en nadie en todo el mundo. ¿Y vas y haces esto?”.
Le parecГa como si alguien hubiera abierto la puerta de una trampilla por debajo suyo y se estuviera cayendo a un vacГo abismal. Todo aquello sobre lo que su vida estaba asentada parecГa empezar a desintegrarse delante de sus ojos. PensГі que iba a vomitar.
“Por favor, Eliza,” le rogó Penny, arrodillándose junto a su amiga. “Deja que te explique. Sucedió, pero fue un error, uno que he estado tratando de arreglar desde entonces”.
“¿Un error?”, repitió Eliza, sentándose erguida en su tumbona mientras las náuseas se mezclaban con la ira, haciendo que un hervidero humeante de bilis burbujeara desde su estómago hasta su garganta. “Error es resbalarse en una curva y darse de bruces con alguien. Error es olvidarse de llevarse el uno en una resta. ¡Un error no es dejar que el marido de tu mejor amiga se meta accidentalmente dentro de ti, Penny!”.
“Lo sé”, admitiГі Penny, con la voz ahogada por el arrepentimiento. “No deberГa haber dicho eso. Fue una decisiГіn terrible, realizada en un momento de debilidad, estimulada por demasiadas copas de viognier. Le dije que se habГa terminado”.
“�Terminado’ me indica que sucedió más de una vez”, notó Eliza, poniéndose en pie de repente. “Exactamente, ¿cuánto tiempo llevas acostándote con mi marido?”.
Penny se quedГі de pie en silencio, obviamente debatiendo consigo misma si ser honesta iba a hacer mГЎs daГ±o que bien.
“Casi un mes”, admitió finalmente.
De pronto, todo ese tiempo que se habГa pasado su marido alejado de su familia cobrГі mayor sentido. Cada nueva revelaciГіn parecГa venir a darle otro puГ±etazo en el estГіmago. Eliza creГa que lo Гєnico que evitaba que se derrumbara era su sensaciГіn de rabia justificada.
“Tiene gracia”, señaló Eliza con amargura. “Ese es más o menos el tiempo que Gray lleva teniendo todas esas reuniones nocturnas con socios sobre las que me dijiste que seguramente se siente mal. Vaya coincidencia”.
“PensГ© que podГa mantenerlo bajo control…”, empezГі a decir Penny.
“No me vengas con esas”, dijo Eliza, cerrándole la boca. “Las dos sabemos que te puedes alterar, pero ¿asà es cómo te enfrentas a ello?”.
“Ya sГ© que esto no va a servir de ayuda”, insistiГі Penny. “Pero iba a cortar con Г©l. No he hablado con Г©l en tres dГas. Estaba tratando de encontrar la manera de terminar las cosas con Г©l sin estropearlo todo contigo”.
“Parece que vas a necesitar un plan nuevo”, le escupiГі Eliza, reprimiendo las ganas de arrojarle las esquirlas de la taza del cafГ© a su amiga. Solo sus pies descalzos se lo impedГan. Se agarrГі a su ira, sabiendo que era lo Гєnico que evitaba que se derrumbara del todo.
“Por favor, deja que encuentre la manera de arreglar esto. Tiene que haber algo que pueda hacer”.
“Lo hay”, le aseguró Eliza. “Vete ahora mismo”.
Su amiga se le quedГі mirando por un instante, pero debiГі de sentir lo seria que estaba Eliza porque su titubeo no durГі mucho.
“Muy bien”, dijo Penny, recogiendo sus cosas y apresurándose para salir por la puerta principal. “Me iré, pero vamos a hablar más tarde. Hemos pasado por muchas cosas juntas, Lizzie. No podemos dejar que esto lo arruine todo”.
Eliza se obligГі a sГ misma a no soltar vituperios por respuesta. Puede que esta fuera la Гєltima vez que veГa a su “amiga” y necesitaba que entendiera la magnitud de la situaciГіn.
“Esto es diferente”, le dijo lentamente, poniendo Г©nfasis en cada palabra. “En todas las demГЎs ocasiones Г©ramos nosotras frente al mundo, cubriГ©ndonos las espaldas la una a la otra. Esta vez me has apuГ±alado en la mГa. Nuestra amistad se ha terminado”.
Entonces cerrГі la puerta de golpe en la cara de su mejor amiga.
CAPГЌTULO DOS
Jessie Hunt se despertГі sobresaltada, sin saber a ciencia cierta dГіnde se encontraba durante unos instantes. Le llevГі un momento recordar que estaba en el aire, en el vuelo del lunes por la maГ±ana desde Washington, D.C., de regreso a Los ГЃngeles. EchГі una ojeada a su reloj y vio que todavГa tenГa dos horas mГЎs antes de aterrizar.
Tratando de no quedarse dormida de nuevo, se despejГі con un trago de la botella de agua que habГa metida en el bolsillo del asiento delantero. Se enjuagГі la boca con ella, intentando deshacerse de la sequedad que atenazaba su lengua.
TenГa buenas razones para echarse una siesta. Las diez semanas pasadas habГan sido de las mГЎs agotadoras de toda su vida. Acababa de completar la Academia Nacional del FBI, un programa de formaciГіn intensiva para personal de las fuerzas de seguridad, diseГ±ado para familiarizarles con las tГ©cnicas de investigaciГіn del FBI.
El exclusivo programa solo estaba disponible para aquellos que fueran nominados por sus supervisores. A menos que le aceptaran en Quantico para convertirse en una agente oficial del FBI, este curso intensivo era la segunda mejor opciГіn.
En circunstancias normales, Jessie no hubiera sido elegible para hacerlo. Hasta hace muy poco, solo habГa trabajado como criminГіloga en ciernes para el L.A.P.D. Entonces, tras resolver un caso cГ©lebre, sus activos subieron como la espuma.
En retrospectiva, Jessie entendГa por quГ© la academia preferГa oficiales con mГЎs experiencia. Durante las dos primeras semanas del programa, se sintiГі completamente abrumada por el mero volumen de informaciГіn con que le habГan recibido. HabГa clases de ciencia forense, ley, mentalidad terrorista, y su ГЎrea de especialidad, ciencia del comportamiento, que enfatizaba la idea de penetrar las mentes de los asesinos para entender mejor sus motivaciones. Y nada de eso incluГa el imparable entrenamiento fГsico que le dejaba todos los mГєsculos doloridos.
Con el paso del tiempo, se empezГі a sentir cГіmoda. Los cursos, que le recordaban a su trabajo como reciГ©n graduada en psicologГa criminal, empezaron a tener sentido. DespuГ©s de un mes mГЎs o menos, su cuerpo habГa dejado de gritarle por las maГ±anas. Y lo mejor de todo, el tiempo que se habГa pasado en la Unidad de Ciencias del Comportamiento le habГa permitido interactuar con los mejores expertos en asesinos en serie de todo el mundo. AlgГєn dГa, esperaba formar parte de ese grupo.
HabГa un beneficio aГ±adido. Como habГa trabajado tan duro, tanto mental como fГsicamente, durante casi cada momento de su vida de vigilia, apenas tenГa ningГєn sueГ±o. O al menos, no tenГa pesadillas.
En su casa, a menudo se despertaba gritando con un sudor frГo cuando los recuerdos de su infancia o sus traumas mГЎs recientes se reproducГan en su inconsciente. TodavГa recordaba su fuente mГЎs reciente de ansiedad. Fue su Гєltima conversaciГіn con el asesino encarcelado Bolton Crutchfield, en la que le dijo que iba a charlar con su padre el asesino muy pronto.
Si hubiera estado en L.A. durante las Гєltimas diez semanas, se hubiera pasado la mayorГa de tiempo obsesionГЎndose con la duda de si Crutchfield le estaba diciendo la verdad o le estaba tomando el pelo. Y si estaba siendo honesto, ВїcГіmo se las iba arreglar para coordinar una conversaciГіn con un asesino prГіfugo si estaba detenido en un hospital mental con medidas de seguridad?
Sin embargo, como habГa estado a miles de millas de distancia, enfocada en tareas implacablemente difГciles durante casi cada segundo de vigilia, no habГa podido concentrarse en lo que le habГa dicho Crutchfield. Seguramente lo volverГa hacer muy pronto, pero todavГa no. Ahora mismo, estaba simplemente demasiado cansada como para que su mente le jugara una mala pasada.
Mientras se asentaba de nuevo en su sitio, permitiendo que le envolviera el sueГ±o de nuevo, a Jessie se le ocurriГі una cosa.
AsГ que lo Гєnico que tengo que hacer para dormir como un bebГ© el resto de mi vida es pasarme todas las maГ±anas entrenando hasta que casi vomite, para seguirlo con diez horas de instrucciГіn profesional sin pausa. Suena genial.
Antes de que formara del todo la sonrisa que le empezaba a asomar en los labios, se volviГі a quedar dormida.
*
Esa sensaciГіn de acogedora incomodidad desapareciГі en el instante que saliГі al exterior del aeropuerto de Los ГЃngeles poco despuГ©s del mediodГa. A partir de ese momento, necesitaba estar en constante alerta de nuevo. DespuГ©s de todo, como se habГa enterado antes de dejar Quantico, un asesino en serie al que nunca habГan atrapado estaba acechГЎndole. Xander Thurman le llevaba buscando varios meses. Y resulta que Thurman tambiГ©n era su padre.
TomГі un taxi compartido para ir del aeropuerto a su lugar de trabajo, que era la ComisarГa de PolicГa de la Comunidad Central en el centro de Los ГЃngeles. Oficialmente, no empezaba a trabajar de nuevo hasta maГ±ana y no estaba de humor para charlar, asГ que ni siquiera se acercГі al patio principal de la comisarГa.
En vez de eso, se dirigiГі al cubГculo del buzГіn que le habГan asignado y recogiГі su correo, que le habГan reenviado desde un apartado de correos. Nadie, ni siquiera sus compaГ±eros de trabajo, ni sus amigos, ni siquiera sus padres adoptivos, conocГan su direcciГіn actual. HabГa alquilado el apartamento a travГ©s de una compaГ±Гa de alquileres, su nombre no figuraba en ninguna parte del contrato y no habГa papeleo que le conectara con el edificio.
Cuando recogiГі su correo, caminГі a lo largo del pasillo lateral hasta el parque de vehГculos, donde siempre habГa taxis a la espera en el callejГіn de al lado. Se montГі en uno de ellos y le dijo que le llevara a la zona comercial que estaba situada junto a su edificio de apartamentos, a unas dos millas de distancia.
Una de las razones por las que habГa escogido este lugar para vivir despuГ©s de que su amiga Lacy insistiera en que se mudara era lo difГcil que era de encontrar y lo todavГa mГЎs difГcil que era entrar al edificio sin permiso. En primer lugar, su estructura de aparcamiento estaba debajo del complejo comercial en el mismo edificio, asГ que cualquier persona que le siguiera lo tendrГa muy difГcil para determinar hacia dГіnde se dirigГa en realidad.
Incluso si alguien lo averiguaba, el edificio tenГa portero y un guarda de seguridad. Tanto la puerta principal como los ascensores requerГan de llave de acceso. Y ninguno de los apartamentos tenГa el nГєmero de unidad en su exterior. Los residentes tenГan que recordar quГ© puerta era la suya.
Aun asГ, Jessie tomГі precauciones extraordinarias. Una vez el taxi, que pagГі en metГЎlico, le dejГі en su destino, entrГі al centro comercial. Primero, atravesГі a toda prisa una cafeterГa, moviГ©ndose entre la multitud antes de tomar una salida lateral.
Entonces, cubriГ©ndose su melena castaГ±a a la altura de los hombros con el gorro de la sudadera, atravesГі un comedor hasta meterse a un pasillo que tenГa unos lavabos junto a una puerta con un letrero que decГa “Solo Personal”. Le dio un empujГіn a la puerta del cuarto de aseo para mujeres para que, si alguien le estaba siguiendo, la viera cerrГЎndose y pensara que ella habГa entrado al aseo. En vez de ello, sin mirar atrГЎs, corriГі hasta la entrada del personal, que era un pasillo alargado con entradas de servicio a todas las tiendas del centro.
TrotГі por el pasillo curvado hasta que dio con una escalera y un letrero que decГa “Mantenimiento”. ApresurГЎndose a bajar las escaleras lo mГЎs sigilosamente posible, utilizГі la llave que habГa conseguido del manager del edificio para abrir tambiГ©n esa puerta. HabГa negociado una autorizaciГіn especial gracias a su conexiГіn con el L.A.P.D. en vez de intentar explicar que sus precauciones tenГan mГЎs que ver con el hecho de que tuviera a un asesino en serie suelto por padre.
Cuando saliГі, la puerta de mantenimiento se cerrГі y se bloqueГі mientras ella transitaba por un estrecho pasadizo con tuberГas a la vista que salГan de todos los ГЎngulos y jaulas de metal para salvaguardar maquinaria que no comprendГa. Tras varios minutos esquivando y maniobrando todos los obstГЎculos, llegГі a una pequeГ±a alcoba cerca de un enorme calentador.
A mitad de camino del pasadizo, la zona de descanso estaba oscura y era fГЎcil pasarla por alto. Se lo habГan tenido que mencionar la primera vez que habГa estado por aquГ. EntrГі a la alcoba mientras sacaba la vieja llave que le habГan dado. La cerradura de esta puerta consistГa en uno de esos pestillos de toda la vida. Lo girГі, empujГі la pesada puerta, y rГЎpidamente la cerrГі y la bloqueГі tras pasar al otro lado.
Ahora ya en la sala de suministros del sГіtano de su edificio de apartamentos, se habГa trasladado oficialmente de la propiedad del centro comercial al complejo de apartamentos. CorriГі a travГ©s de la sala oscura, casi cayГ©ndose encima de una baГ±era llena de lejГa que yacГa en el suelo. AbriГі esa puerta, pasГі a travГ©s de la oficina vacГa del jefe de mantenimiento, y subiГі la estrecha escalera que daba al pasillo trasero del piso principal del edificio de apartamentos.
DoblГі la esquina para dar con el vestГbulo donde habГa un grupo de ascensores, y donde podГa escuchar a Jimmy el portero y a Fred el guarda de seguridad charlando amigablemente con un residente en el vestГbulo principal. No tenГa tiempo para ponerse al dГa ahora mismo, pero se prometiГі a sГ misma reconectar con ellos mГЎs tarde.
Ambos eran dos tipos muy agradables. Fred habГa sido un policГa de patrulla de autopistas que se habГa retirado prematuramente despuГ©s de sufrir un accidente de moto mientras estaba de servicio. Le habГa dejado con cojera y con una enorme cicatriz en su mejilla izquierda, pero eso no impedГa que gastara bromas constantemente. Jimmy, que tenГa unos veintitantos aГ±os, era un joven agradable y servicial que se estaba pagando la universidad con este trabajo.
CaminГі a travГ©s del vestГbulo hasta el ascensor de servicio, que no era visible desde la recepciГіn, deslizГі su tarjeta, y esperГі con ansiedad para ver si alguien le habГa estado siguiendo. SabГa que las posibilidades eran remotas, pero eso no le impidiГі balancearse nerviosamente de un pie al otro hasta que llegГі el ascensor.
Cuando lo hizo, entrГі, le dio al botГіn del cuarto piso, y despuГ©s cerrГі las puertas. Cuando se abrieron de nuevo, saliГі disparada por el pasillo hasta llegar a su apartamento. Tras darse un momento para recuperar el aliento, examinГі la puerta.
A primera vista, parecГa tan corriente como las demГЎs puertas en ese nivel, pero habГa aГ±adido varias medidas adicionales de seguridad despuГ©s de mudarse. Primero, dio un paso atrГЎs hasta estar a un metro de la puerta y en lГnea directa con la mirilla. Un resplandor verdoso que no era visible desde ningГєn otro ГЎngulo emanaba del borde del agujero, indicando que nadie habГa forzado su entrada al apartamento. De haberlo hecho, el borde alrededor de la mirilla hubiera sido de color rojo.
AdemГЎs de la cГЎmara Nest que habГa instalado en la puerta, tambiГ©n habГa mГєltiples cГЎmaras escondidas en el pasillo. Una tenГa una vista directa de su puerta. Otra se enfocaba en el pasillo que habГa delante del ascensor y la escalera adyacente. Una tercera cГЎmara apuntaba en la otra direcciГіn del segundo grupo de escaleras. Las habГa comprobado todas de camino en el taxi sin descubrir ningГєn movimiento sospechoso en los alrededores de su casa.
El siguiente paso era el acceso. UtilizГі una llave tradicional para abrir el cerrojo, despuГ©s deslizГі su tarjeta y escuchГі cГіmo el otro cerrojo deslizante tambiГ©n se abrГa. PasГі al interior cuando la alarma del sensor de movimiento se disparГі, dejГі su mochila en el suelo, e ignorГі la alarma mientras volvГa a cerrar las dos puertas y colocaba la barra de seguridad deslizante. Fue entonces cuando introdujo el cГіdigo de ocho dГgitos.
DespuГ©s de eso, agarrГі la barra luminosa que guardaba junto a la puerta y se apresurГі a ir a su habitaciГіn. LevantГі el marco extraГble junto al interruptor de la luz para revelar un panel de seguridad oculto e introdujo el cГіdigo de cuatro dГgitos para la segunda alarma, la silenciosa, la que iba directamente a la policГa si no la desactivaba en cuarenta segundos.
Solo entonces se permitiГі respirar tranquila. Mientras inhalaba y exhalaba lentamente, caminГі por el pequeГ±o apartamento, con la barra luminosa en la mano, lista para cualquier cosa. Examinar todo el espacio, incluyendo los armarios, la ducha, y la despensa, le llevГі menos de un minuto.
Cuando tuvo la certeza de que estaba a solas y a salvo, comprobГі la media docena de cГЎmaras para bebГ©s que habГa colocado por todo el piso. Entonces examinГі los cerrojos de las ventanas. Todo estaba en perfecto orden. Eso solo le dejaba un sitio que revisar.
EntrГі al cuarto de baГ±o y abriГі el estrecho armario que estaba formado por varios estantes con suministros como papel higiГ©nico extra, un desatascador, algunas barras de jabГіn, esponjas de ducha, y lГquido para limpiar el espejo. HabГa un pequeГ±o pasador a la izquierda del armario, invisible a menos que uno supiera dГіnde buscar. Lo girГі y tirГі, escuchando cГіmo el cerrojo oculto chasqueaba. El grupo de estanterГas se abriГі de par en par, revelando un hueco increГblemente estrecho detrГЎs suyo, con una escalera de soga agregada a la pared de ladrillo. El pasadizo y la escalera se extendГan desde su apartamento en el cuarto piso hasta un espacio que accedГa a la lavanderГa del sГіtano. Estaba diseГ±ado como su salida de emergencia de Гєltimo recurso en caso de que todas sus demГЎs medidas de seguridad le fallaran. Esperaba no necesitarlo jamГЎs.
ReemplazГі la estanterГa y estaba a punto de regresar a la sala de estar cuando se vio de pasada en el espejo del baГ±o. Era la primera vez que se estudiaba a sГ misma con detenimiento desde que se habГa marchado. Le gustaba lo que veГa.
En apariencia, no tenГa un aspecto tan distinto al de antes. HabГa pasado por su cumpleaГ±os en el FBI y ahora tenГa veintinueve aГ±os, pero no parecГa mГЎs mayor. A decir verdad, pensГі que tenГa mejor aspecto que antes de irse.
Su cabello todavГa era castaГ±o, pero parecГa algo mГЎs vibrante, menos lacio de lo que estaba cuando habГa salido de L.A. todas esas semanas atrГЎs. A pesar de sus largos dГas en el FBI, sus ojos verdes resplandecГan con energГa y ya no tenГa esas sombras oscuras debajo de ellos que se habГan hecho tan familiares para ella. TodavГa era una esbelta mujer de metro ochenta de alto, pero se sentГa mГЎs fuerte y mГЎs muscular que antes. Sus brazos estaban mГЎs torneados y su zona abdominal estaba tensa de las interminables sesiones de abdominales y de lagartijas. Se sentГa… preparada.
Pasando a la sala de estar, por fin encendiГі las luces. Le llevГі un segundo recordar que todos los muebles que habГa en ese espacio eran suyos. HabГa comprado la mayorГa de ellos antes de salir para Quantico. No habГa tenido muchas opciones. HabГa vendido todas las cosas de la casa que poseГa junto con su exmarido sociГіpata, en este momento encarcelado. Durante un tiempo despuГ©s de eso, se habГa estado quedando a vivir con su vieja amiga de la universidad, Lacy Cartwright. Sin embargo, cuando alguien allanГі el lugar para enviarle un mensaje a Jessie cortesГa de Bolton Crutchfield, Lacy habГa insistido en que se marchara, bГЎsicamente de inmediato.
AsГ que ella habГa hecho exactamente eso, alojГЎndose en un hotel durante semanas hasta encontrar un lugar, este lugar, que encajara con sus necesidades de seguridad. Pero estaba desamueblado, asГ que se habГa fundido de golpe una buena parte del dinero de su divorcio en muebles y electrodomГ©sticos. Como se habГa tenido que ir a la Academia Nacional poco despuГ©s de comprarlo todo, no habГa tenido oportunidad de disfrutar de nada de ello.
Ahora esperaba hacerlo. Se sentГі en una butaca y se reclinГі, relajГЎndose. HabГa una caja de cartГіn que decГa en su exterior “cosas que revisar” asentada en el suelo junto a ella. La recogiГі y empezГі a revolver en su interior. La mayorГa de ello era papeleo con el que no tenГa ninguna intenciГіn de lidiar en este instante. Al fondo de la caja habГa una foto de 8x10 de su boda con Kyle.
Se la quedГі mirando casi como si no la entendiera, asombrada de que la persona que tenГa esa vida fuera la que estaba sentada aquГ ahora mismo. Casi una dГ©cada antes, durante su segundo aГ±o en USC, habГa empezado a salir con Kyle Voss. Se habГan ido a vivir juntos poco despuГ©s de la graduaciГіn y se habГan casado hacГa tres aГ±os.
Durante mucho tiempo, la cosa pareciГі ir sobre ruedas. VivГan en un apartamento genial bastante cerca del centro de Los ГЃngeles, o D.T.L.A. como se le llamaba a menudo. Kyle tenГa un buen puesto en la industria financiera y Jessie estaba sacando su mГЎster. TenГan una vida cГіmoda. Iban a inauguraciones de restaurantes y pasaban por todos los bares de moda. Jessie era feliz y seguramente hubiera podido continuar asГ durante largo tiempo.
Entonces, Kyle consiguiГі una promociГіn a la oficina de su firma en Orange County e insistiГі en que se mudaran a una mansiГіn de la zona. Jessie habГa accedido, a pesar de sus temores. Y no fue hasta este momento que la autГ©ntica naturaleza de Kyle saliГі a la luz. Se obsesionГі con hacerse miembro de un club secreto que resultГі ser una fachada para un anillo de prostituciГіn. ComenzГі una aventura con una de las mujeres que habГa allГ. Y cuando saliГі mal, la matГі y tratГі de inculpar a Jessie por ello. Para coronar todo esto, cuando Jessie descubriГі su trama, tambiГ©n intentГі matarla a ella.
Hasta en este momento, mientras examinada la foto de su boda, no habГa ni un indicio de lo que su marido era capaz de llegar a hacer. ParecГa un apuesto, amigable y tosco futuro amo del universo. Hizo una bola con la foto y la tirГі hacia la papelera que habГa en la cocina. CayГі justo en el centro, lo que le provocГі una inesperada sensaciГіn de catarsis.
ВЎVaya! Eso debe de ser significativo.
HabГa algo liberador en este sitio. Todo ello, los muebles nuevos, la carencia de recuerdos de carГЎcter personal, incluso las medidas de seguridad que bordeaban la paranoia, le pertenecГan a ella. HabГa conseguido un comienzo nuevo.
Se estirГі, permitiendo que sus mГєsculos se relajaran despuГ©s del largo vuelo en un aviГіn que iba hasta la bandera. Este apartamento era suyo, el primer lugar en mГЎs de seis aГ±os del que podГa decir algo asГ. PodГa comer pizza en el sofГЎ y dejar la caja tirada sin preocuparse de que alguien se quejara de ello. Y no es que ella fuera de las que hacГa ese tipo de cosas. Pero la cuestiГіn era, que podГa hacerlo.
El pensamiento de la pizza despertГі su hambre repentinamente. Se levantГі y mirГі en el frigorГfico. No solo estaba vacГo, ni siquiera estaba enchufado. Entonces recordГі que lo habГa dejado asГ a propГіsito, al no ver razГіn alguna por la que pagar la cuenta de la electricidad si no iba a estar por aquГ en dos meses y medio.
Lo enchufГі y, sintiГ©ndose nerviosa, decidiГі ir de compras al supermercado. Entonces tuvo otra idea. Como no empezaba a trabajar hasta el dГa siguiente y no era demasiado tarde, habГa otra parada que podГa hacer: un lugar, y una persona, que sabГa que acabarГa visitando.
Aunque habГa conseguido sacГЎrselo de la cabeza la mayor parte del tiempo que habГa pasado en Quantico, estaba el asunto de Bolton Crutchfield. SabГa que tenГa que olvidarlo, que Г©l le habГa estado poniendo un cebo durante su Гєltima reuniГіn.
Aun asГ, tenГa que saberlo: ВїHabrГa encontrado Crutchfield la manera de verse con su padre, Xander Thurman, el Ejecutador de los Ozarks? ВїHabrГa encontrado la manera de contactar con el asesino de innumerables personas, incluida su madre, el hombre que le habГa abandonado, con solo seis aГ±os, dejГЎndola atada junto al cadГЎver para que sufriera una muerte inevitable por congelaciГіn en una cabaГ±a aislada?
Estaba a punto de descubrirlo.
CAPГЌTULO TRES
Eliza estaba esperando cuando Gray llegГі a casa esa noche. LlegГі a tiempo para cenar, con una mirada en el rostro que sugerГa que sabГa lo que le aguardaba. Como Millie y Henry estaban allГ sentados, comiendo sus macarrones con queso con rebanadas de salchicha, ninguno de los padres mencionГі una palabra sobre la situaciГіn.
No fue hasta que los niГ±os estuvieron acostados que surgiГі la conversaciГіn. Eliza estaba de pie en la cocina cuando Gray entrГі despuГ©s de acostar a los niГ±os. Se habГa quitado su abrigo deportivo, pero todavГa llevaba puesta la corbata aflojada y sus pantalones. Eliza sospechaba que era para parecer mГЎs creГble.
Gray no era un hombre muy alto. Con un metro ochenta de altura y ochenta y cinco kilos de peso, solo era una pulgada mГЎs alto que ella, aunque pesara quince kilos mГЎs. Sin embargo, los dos sabГan que resultaba bastante menos imponente con camiseta y chГЎndal. El traje formal era su armadura.
“Antes de que digas nada”, comenzó, “te ruego que me dejes explicarme”.
Eliza, que se habГa pasado gran parte del dГa dГЎndole vueltas a cГіmo podГa haber pasado esto, se alegrГі de dejar que su angustia pasara temporalmente a un segundo plano y permitirle que se retorciera mientras trataba de justificarse a sГ mismo.
“Adelante”, le dijo.
“En primer lugar, lo siento. No importa quГ© otras cosas te vaya a decir, quiero que sepas que te pido disculpas. JamГЎs deberГa haber dejado que sucediera. Fue un momento de debilidad. Me ha conocido durante aГ±os y sabe de sobra mis vulnerabilidades, lo que despertarГa mi interГ©s. DeberГa haber estado alerta, pero caГ en ello”.
“¿Qué es lo que estás diciendo?”, preguntó Eliza, tan confundida como dolida. “¿Qué Penny es una loba que te manipuló para que cometieras una infidelidad con ella? Los dos sabemos que eres un hombre débil, Gray, pero ¿me estás tomando el pelo?”.
“No”, dijo Г©l, eligiendo no responder al comentario sobre su debilidad. “Asumo total responsabilidad por mis acciones. Me tomГ© tres whiskey sours. Le oteГ© las piernas en ese vestido con el corte lateral. Y ella sabe lo que me pone a cien. Supongo que se debe a todas esas charlas a corazГіn abierto que habГ©is tenido las dos a lo largo de los aГ±os. SabГa muy bien lo de acariciarme el antebrazo con sus dedos. SabГa quГ© decir, casi ronroneando en mi oГdo. Probablemente sabГa que tГє no habГas hecho ninguna de esas cosas en mucho tiempo. Y sabГa que no ibas a hacer apariciГіn en esa fiesta de cГіcteles porque estabas en casa, inconsciente debido a las pastillas para dormir que te tomas la mayorГa de las noches”.
Eso se quedГі suspendido en el aire durante unos segundos, mientras Eliza trataba de recomponerse. Cuando estuvo segura de que no le iba a gritar, le respondiГі con una voz sorprendentemente calmada.
“¿Me estás culpando a mà de esto? Porque parece que suena a que dices que no pudiste guardártela en tus pantalones porque tengo problemas para dormir por la noche”.
“No, no lo dije con esa intenciГіn”, lloriqueГі, retrocediendo ante la ira que habГa en sus palabras. “Es solo que tГє siempre tienes problemas para dormir por la noche. Y nunca pareces muy interesada en quedarte levantada conmigo”.
“Solo para que quede claro, Grayson, dices que no me echas la culpa a mГ, pero entonces pasas de inmediato a decir que estoy demasiado colocada de Valium y que no te doy bastante atenciГіn de chico grande, asГ que tuviste que tirarte a mi mejor amiga”.
“¿Qué clase de mejor amiga es para hacer algo as�”, le lanzó Gray desesperado.
“No cambies de tema”, le espetГі ella, obligГЎndose a mantener una voz moderada, en parte para evitar despertar a los niГ±os, pero principalmente porque hacerlo era lo Гєnico que evitaba que perdiera los estribos. “Ya estГЎ en mi lista. Ahora es tu turno. No podГas haber venido donde mГ y decirme, “mira cariГ±o, realmente me encantarГa pasar una velada romГЎntica contigo esta noche” o “cielo, me siento desconectado de ti Гєltimamente. ВїPodemos acercarnos esta noche?” ВїEs que eso no era una opciГіn?”.
“No querГa despertarte para molestarte con preguntas como esa”, contestГі Г©l, con voz tГmida, pero palabras cortantes.
“¿Y asà que decidiste que el sarcasmo es la mejor manera de tratar este tema?”, exigió ella.
“Mira”, dijo él, revolviéndose como un escarabajo en busca de una salida, “se ha terminado con Penny. Ella me dijo eso esta tarde y yo estoy de acuerdo. No sé cómo saldremos adelante después de esto, pero quiero hacerlo, aunque solo sea por los niños”.
“¿Aunque solo sea por los niГ±os?”, repitiГі, asombrada de todas las maneras en que podГa fallarle al mismo tiempo. “LГЎrgate de aquГ ahora mismo. Te doy cinco minutos para que hagas una maleta y te metas en tu coche. Reserva un hotel hasta futuro aviso”.
“¿Me estás echando de mi propia casa?”, le preguntó, incrédulo. “¿De la casa que yo he pagado?”.
“No solo te estoy echando”, le susurrГі llena de ira, “si no estГЎs saliendo del garaje en cinco minutos, llamo a la policГa”.
“¿Para decirles qué?”.
“Ponme a prueba”, dijo ella, encendida.
Gray se la quedГі mirando. Imperturbable, Eliza caminГі hacia el telГ©fono y lo descolgГі. Hasta que no oyГі el tono de llamada, Г©l no se puso en marcha. En tres minutos, estaba saliendo a todo correr por la puerta como un perro con el rabo entre las piernas, su bolsa de viaje repleta de camisas y chaquetas formales. Se le cayГі un zapato mientras se apresuraba a ir hacia la puerta. No se dio cuenta y Eliza no le dijo nada.
Hasta que no escuchГі cГіmo salГa disparado el coche del garaje, no volviГі a colgar el telГ©fono. BajГі la vista a su izquierda y vio que le sangraba la palma de la mano de clavarse las uГ±as. Ni habГa notado el escozor hasta este instante.
CAPГЌTULO CUATRO
A pesar de que le faltara prГЎctica, Jessie transitГі el trГЎfico desde el centro de Los ГЃngeles a Norwalk sin demasiados apuros. Por el camino, como una manera de alejar su destino inminente de sus pensamientos, decidiГі llamar a sus padres.
Sus padres adoptivos, Bruce y Janine Hunt, vivГan en Las Cruces, New MГ©xico. Г‰l era un agente retirado del FBI y ella una profesora jubilada. Jessie habГa pasado unos cuantos dГas con ellos de camino a Quantico y tenГa pensado hacer lo mismo en su camino de vuelta, pero no tenГa suficiente tiempo entre el final del programa y su regreso al trabajo, asГ que tuvo que olvidarse de la segunda visita. Esperaba volver otra vez muy pronto, sobre todo porque su madre estaba batallando un cГЎncer.
No parecГa justo. Janine llevaba peleando con ello mГЎs de una dГ©cada y eso venГa a coronar la otra tragedia a la que se habГan enfrentado hacГa aГ±os. Justo antes de que acogieran a Jessie cuando tenГa seis aГ±os, acababan de perder a su bebГ©, tambiГ©n debido a cГЎncer. Estaban deseosos de rellenar ese hueco en sus corazones, incluso aunque supusiera adoptar a la hija de un asesino en serie, uno que habГa matado a su madre y le habГa dejado a ella por muerta. Como Bruce estaba en el FBI, el emparejamiento les resultГі lГіgico a los alguaciles que habГan colocado a Jessie en el programa de ProtecciГіn de Testigos. En teorГa, todo tenГa sentido.
AlejГі esto a la fuerza de sus pensamientos mientras marcaba su nГєmero.
“Qué hay, Pa”, dijo. “¿Cómo van las cosas?”.
“Bien”, respondió él. “Tu madre está echándose una siesta. ¿Quieres volver a llamar más tarde?”.
“No, podemos charlar nosotros. Ya hablaré con ella esta noche o lo que sea. ¿Qué está sucediendo por all�”.
Cuatro meses antes, se hubiera resistido a hablarle a Г©l sin la presencia de su madre. Bruce Hunt era un hombre difГcil que no regalaba la confianza y tampoco es que Jessie fuera una bola de peluche mimosa. Los recuerdos que albergaba de sus aГ±os jГіvenes con Г©l eran una mezcla de alegrГa y frustraciГіn. Hubo excursiones para ir a esquiar, de acampada y de senderismo por las montaГ±as, y vacaciones familiares a MГ©xico, que solo estaba a sesenta millas de distancia.
Claro que tambiГ©n tuvieron sus concursos de gritos, sobre todo cuando era una adolescente. Bruce era un hombre que apreciaba la disciplina. Jessie, que albergaba aГ±os de resentimiento acumulado por la pГ©rdida de su madre, su nombre, y su hogar al mismo tiempo, tendГa a portarse mal. Durante sus aГ±os en USC y despuГ©s, seguramente hablaron menos de dos docenas de veces en total. Las visitas de uno a otro lado eran una rareza.
Pero recientemente, la vuelta del cГЎncer de su madre les habГa obligado a hablar sin un mediador. Y, de alguna manera, habГan acabado por romper el hielo. Hasta se habГa pasado por L.A. para ayudarle a recuperarse de su herida en el abdomen, despuГ©s de que Kyle le atacara el otoГ±o pasado.
“Las cosas siguen tranquilas por aquГ”, le dijo, respondiendo a su pregunta. “Tu madre tuvo otra sesiГіn de quimioterapia ayer, razГіn por la que estГЎ descansando ahora. Si se siente lo bastante bien, puede que salgamos a cenar mГЎs tarde”.
“¿Con toda la banda de la policГa?”, le preguntГі jocosamente. Pocos meses atrГЎs, sus padres se habГan mudado de su hogar a una instalaciГіn de vivienda asistida, poblada principalmente por retirados del Departamento del Alguacil de Las Cruces, y del FBI.
“Qué va, solo nosotros dos. Estoy pensando en una cena con velas, pero en alguna parte donde pueda llevar el balde para poner debajo de la mesa en caso de que ella tenga que vomitar”.
“Sin duda, eres todo un romántico, Pa”.
“Lo intento. ¿Cómo van las cosas por all� Asumo que aprobaste el entrenamiento con el FBI”.
“¿Por qué asumes eso?”.
“Porque sabГas que te preguntarГa por ello y no me hubieras llamado si tuvieras que darme malas noticias”.
Jessie tenГa que reconocer su talento. Para ser ya un perro viejo, todavГa veГa las cosas bastante claras.
“Aprobé”, le aseguró ella. “Estoy de regreso en L.A. Empiezo a trabajar mañana de nuevo y… estoy haciendo unos recados”.
Jessie no querГa preocuparle hablando de su destino real.
“Eso suena nefasto. ¿Por qué tengo la sensación de que no estás de compras en busca de algo de pan?”.
“No tenГa intenciГіn de que sonara asГ. Creo que estoy barrida de tanto viaje. Lo cierto es que casi estoy allГ ya”, mintiГі. “¿Te deberГa llamar esta noche o espero hasta maГ±ana? No quiero interrumpir tu cena de gala con tu balde para el vГіmito”.
“Quizá mejor mañana”, le aconsejó él.
“Muy bien. Dile hola a Ma. Te quiero”.
“Yo también te quiero”, dijo él, colgándole el teléfono.
Jessie intentГі enfocarse en la carretera. El trГЎfico estaba empeorando y todavГa le faltaba media hora de trayecto hasta la instalaciГіn del DNR, que llevaba unos cuarenta y cinco minutos de viaje.
La D.N.R., o DivisiГіn No Rehabilitadora, era una unidad especial autГіnoma afiliada con el Hospital Metropolitano estatal de Norwalk. El principal hospital albergaba a una gran variedad de perpetradores trastornados mentalmente y catalogados como no aptos para servir su condena en una prisiГіn convencional.
Pero el anexo del DNR, desconocido para el pГєblico y todavГa mГЎs para el personal de las fuerzas de seguridad y del sector de salud mental, servГa un papel mГЎs clandestino. Estaba diseГ±ado para albergar un mГЎximo de diez condenados fuera del sistema comГєn. Ahora mismo, solo habГa cinco personas allГ detenidas, todas ellas hombres, todos violadores y asesinos en serie. Uno de ellos era Bolton Crutchfield.
La mente de Jessie vagabundeГі hasta la ocasiГіn mГЎs reciente en que habГa estado allГ de visita. Fue su Гєltima visita antes de largarse a la Academia Nacional, aunque no le habГa dicho eso a Г©l. Jessie habГa estado visitando a Crutchfield con regularidad desde el pasado otoГ±o, cuando habГa obtenido permiso para entrevistarle como parte de las prГЎcticas de su mГЎster. SegГєn el personal de las instalaciones, casi nunca accedГa a hablar con mГ©dicos o investigadores. Pero, por razones que no se le aclararГan hasta mГЎs adelante, se habГa mostrado de acuerdo en verse con ella.
Durante las siguientes semanas, llegaron a una especie de acuerdo. Le hablarГa de los detalles de sus crГmenes, incluyendo los motivos y los mГ©todos, si ella compartГa algunos detalles de su propia vida. Inicialmente, parecГa un trato justo. DespuГ©s de todo, su meta era convertirse en una criminГіloga especializada en asesinos en serie. Que hubiera uno dispuesto a hablar de los detalles de lo que habГa hecho podrГa resultar inestimable.
Y, ademГЎs, resultГі que tenГa otro bonus adicional. Crutchfield tenГa un olfato a lo Sherlock Holmes para deducir informaciГіn, incluso aunque estuviera encerrado en una celda de un hospital mental. PodГa discernir detalles de la actual vida de Jessie solo con mirarla.
HabГa utilizado esa capacidad, junto con la informaciГіn sobre el caso que ella le transmitГa, para darle pistas sobre varios crГmenes, incluido el asesinato de una filГЎntropa adinerada de Hancock Park. Y tambiГ©n le habГa avisado de que su propio marido no se merecГa tanta confianza como habГa depositado en Г©l.
Por desgracia para Jessie, sus capacidades para la deducciГіn tambiГ©n operaban en su contra. La razГіn por la que querГa reunirse con Crutchfield en primer lugar era porque ella habГa notado que modelaba sus asesinatos siguiendo los mГ©todos de su padre, el legendario, asesino en serie, jamГЎs atrapado, Xander Thurman. Pero Thurman habГa cometido sus crГmenes en el Missouri rural hacГa dos dГ©cadas. ParecГa una elecciГіn al azar, oscura, para un asesino basado en el sur de California.
Lo que pasaba era que Bolton era un gran fan suyo. Y cuando Jessie empezГі preguntГЎndole por su interГ©s en esos asesinatos antiguos, no le llevГі mucho recomponer el puzle y determinar que la jovencita que tenГa delante de Г©l estaba personalmente conectada con Thurman. Con el tiempo, admitiГі que sabГa que ella era su hija. Y le revelГі otro detalle, que se habГa visto con su padre hacГa dos aГ±os.
Con regocijo en la voz, le habГa informado de que su padre habГa entrado a las instalaciones haciГ©ndose pasar por un mГ©dico y que se las habГa arreglado para tener una conversaciГіn extensa con el encarcelado. Por lo visto, estaba buscando a su hija, cuyo nombre habГa cambiado y a quien habГan puesto en ProtecciГіn de Testigos despuГ©s de que mataran a su madre. Sospechaba que acabarГa visitando a Crutchfield en algГєn momento debido a las similitudes entre sus crГmenes. Thurman querГa que Crutchfield le contara si aparecГa por allГ en algГєn momento y le daba su nuevo nombre y direcciГіn.
Desde ese momento, su relaciГіn habГa estado marcada por una desigualdad que le hacГa sentir terriblemente incГіmoda. Crutchfield todavГa le transmitГa informaciГіn sobre sus crГmenes y pistas sobre otros. Pero ambos sabГan que era Г©l el que tenГa todas las cartas en la manga.
Г‰l sabГa su nuevo nombre. SabГa el aspecto que tenГa. SabГa la ciudad en que vivГa. En cierto momento, descubriГі que hasta sabГa que estaba viviendo con su amiga Lacy y dГіnde estaba el apartamento. Y aparentemente, a pesar de estar encarcelado en una instalaciГіn supuestamente secreta, tenГa la capacidad de darle todos esos detalles a su padre.
Jessie estaba bastante segura de que esa era en parte la razГіn de que Lacy, una aspirante a diseГ±adora de modas, hubiera aceptado trabajar por seis meses en MilГЎn. Era una oportunidad genial, pero tambiГ©n estaba a medio mundo de distancia de la peligrosa vida de Jessie.
Mientras Jessie tomaba la salida en la autopista, a solo unos minutos de llegar al DNR, recordГі que Crutchfield habГa acabado por tirar del gatillo de la amenaza silenciosa que siempre habГa pululado en el aire durante sus reuniones.
QuizГЎ fuera porque Г©l habГa sentido que se iba durante unos meses. QuizГЎ solo fuera por orgullo. Pero la Гєltima vez que habГa mirado al otro lado del cristal para ver sus ojos de trastornado, le habГa dejado caer una bomba encima.
“Voy a tener una pequeГ±a conversaciГіn con tu padre”, le habГa dicho con su acento cortГ©s y sureГ±o. “No voy a estropear las cosas diciГ©ndote cuГЎndo, pero va a ser deliciosa, estoy bastante seguro de eso”.
Apenas se las habГa arreglado para sacar de su garganta la palabra “¿CГіmo?”.
“Oh, no te preocupes por eso, seГ±orita Jessie”, le habГa reconfortado. “Solo que sepas que cuando acabemos por hablar, me encargarГ© de pasarle tus saludos”.
Mientras giraba para entrar a los terrenos del hospital, se planteГі la misma pregunta que le habГa estado reconcomiendo desde aquel entonces, la que solo se podГa sacar de la mente cuando estaba concentrada con atenciГіn en otros trabajos: Вїlo habГa hecho de verdad? Mientras ella habГa estado aprendiendo a atrapar a gente como Г©l y su padre, Вїse habГan reunido esos dos por segunda vez, a pesar de las precauciones de seguridad diseГ±adas para prevenir ese tipo de cosas?
TenГa la sensaciГіn de que ese misterio estaba a punto de ser resuelto.
CAPГЌTULO CINCO
Entrar a la unidad del DNR era igual que como lo recordaba. DespuГ©s de obtener la autorizaciГіn para entrar al campus cotado del hospital a travГ©s de una verja protegida por guardias de seguridad, se dirigiГі a la parte de atrГЎs del edificio principal hacia un segundo edificio mГЎs pequeГ±o, de aspecto corriente.
Se trataba de una anodina estructura de acero y hormigГіn en medio de un aparcamiento sin asfaltar. Solo se divisaba el tejado por detrГЎs de una valla metГЎlica de malla verde y alambre de pГєas que rodeaba el lugar.
AtravesГі una segunda verja custodiada para acceder al DNR. DespuГ©s de aparcar, caminГі hacia la entrada principal, fingiendo ignorar las mГєltiples cГЎmaras de seguridad que le observaban a cada paso. Cuando llegГі a la puerta exterior, esperГі a que le dejaran entrar. A diferencia de la primera vez que habГa venido aquГ, ahora el personal le reconocГa y le admitГan nada mГЎs verla.
Pero eso solo pasГі en la puerta exterior. DespuГ©s de pasar por un pequeГ±o patio, llegГі a la entrada principal a las instalaciones, que tenГa unas gruesas puertas de cristal blindado. DeslizГі su tarjeta de acceso, y se encendiГі la luz verde en el panel. Entonces el guarda de seguridad detrГЎs del escritorio, que tambiГ©n podГa observar el cambio de color, le abriГі la puerta, completando el procedimiento de acceso.
Jessie se quedГі de pie en un pequeГ±o vestГbulo, esperando a que se cerrara la puerta exterior. La experiencia ya le habГa enseГ±ado que la puerta interior no podГa abrirse hasta que la exterior se hubiera cerrado del todo. Una vez lo hizo audiblemente, el guardia de seguridad desbloqueГі la puerta interior.
Jessie pasГі adentro, donde le esperaba un segundo oficial armado. RecogiГі todos sus efectos personales, que eran mГnimos. HabГa aprendido con el tiempo que era mucho mГЎs conveniente dejar casi todo en el coche, que no corrГa ningГєn peligro de ser asaltado.
El guardia le pateГі y le hizo un gesto para que pasara por el escГЎner de ondas milimГ©tricas como los de seguridad de los aeropuertos, que proyectaba una impresiГіn detallada de todo su cuerpo. Cuando pasГі al otro lado, le devolvieron sus cosas sin mediar palabra. Era la Гєnica indicaciГіn de que tenГa luz verde para continuar.
“¿Voy a ver a la Oficial Gentry?”, preguntó al agente que estaba sentado detrás del escritorio.
La mujer levantó la vista, con una expresión de absoluto desinterés en su rostro. “Saldrá en un momento. Ve a esperar junto a la puerta de Preparación Transicional”.
Jessie asГ lo hizo. PreparaciГіn Transicional era la sala a donde iban todos los visitantes a cambiarse antes de interactuar con un paciente. Una vez dentro, les pedГan que se cambiaran y se pusieran una bata gris de hospital, que se quitaran toda la bisuterГa, y se limpiaran el maquillaje. Como le habГan advertido, estos hombres no precisaban de ninguna estimulaciГіn adicional.
Un instante despuГ©s, la oficial Katherine “Kat” Gentry salГa por la puerta de la sala para recibirla. Daba gusto verla. Aunque no es que hubieran empezado precisamente con buen pie cuando se conocieron el verano anterior, ahora las dos mujeres eran amigas, conectadas por su consciencia compartida de la oscuridad que subyace en alguna gente. Jessie habГa llegado a confiar tanto en ella que Kat era una de las menos de seis personas en todo el mundo que sabГan que era la hija del Ejecutador de los Ozarks.
Cuando Kat se le acercГі, Jessie admirГі una vez mГЎs la tipa dura que resultaba ser como jefa de seguridad del DNR. FГsicamente imponente a pesar de medir solo uno setenta, su cuerpo de 75 kilos consistГa casi por completo de mГєsculo y voluntad de hierro. Previamente comando en el ejГ©rcito, habГa servido dos temporadas en AfganistГЎn, y llevaba puestos los mementos de aquellos dГas en su cara, que estaba agujereada por cicatrices de quemaduras con metralla y tenГa una muy larga que empezaba desde debajo del ojo izquierdo para caerle en vertical por la mejilla izquierda. Sus ojos grises estaban calmados, quedГЎndose con todo lo que veГan para decidir si se trataba de una amenaza.
Era obvio que no pensaba que Jessie fuera una. SonriГі abiertamente y le dio un gran abrazo.
“Cuánto tiempo sin verte, dama del FBI”, le dijo con entusiasmo.
Jessie estaba recuperando el aliento tras sentirse estrujada en sus brazos, y solo hablГі cuando la soltГі.
“No soy del FBI”, le recordГі a Kat. “No era mГЎs que un programa de formaciГіn. TodavГa sigo afiliada con el L.A.P.D.”.
“Lo que tú quieras”, dijo Kat con desdén. "Estuviste en Quantico, trabajando con los mayores expertos en tu campo, aprendiendo técnicas alucinantes que usa el FBI. Si quiero llamarte dama del FBI, es lo que voy a hacer”.
“Si eso significa que no me vas a partir la espalda por la mitad, puedes llamarme lo que tú quieras”.
“A propГіsito, ya no creo que pudiera hacer eso”, notГі Kat. “Pareces mГЎs fuerte que antes. Supongo que no solo te hicieron entrenar la mente mientras estabas allГ”.
“Seis dГas a la semana”, le dijo Jessie. “Carreras por el monte, carreras de obstГЎculos, autodefensa, y entrenamiento de armas. Sin duda alguna, me dieron la patada que necesitaba para ponerme en una forma medio decente”.
“¿DeberГa preocuparme?”, le preguntГі Kat fingiendo preocupaciГіn, dando un paso atrГЎs y elevando sus brazos en postura defensiva.
“No creo que suponga ninguna amenaza para ti”, admitiГі Jessie. “Pero creo que podrГa protegerme a mГ misma frente a un sospechoso, algo que no sentГa antes en absoluto. Mirando al pasado, tuve suerte de sobrevivir mis encuentros recientes”.
“Eso es genial, Jessie”, dijo Kat. “QuizГЎ podamos buscar un dГa que tengamos libre, ir por unas rondas, para mantenerte despierta”.
“Si lo que quieres decir con unas cuantas rondas, es unas cuantas rondas de chupitos, cuenta conmigo. De lo contrario, puede que me tome un pequeño descanso de las carreras diarias y de los puñetazos y esas cosas.”
“Retiro todo”, dijo Kat. “Sigues siendo el mismo ratoncillo que fuiste siempre”.
“Bueno, esa sГ que es la Kat Gentry que he acabado conociendo y adorando. SabГa que habГa una buena razГіn para que fueras la primera persona que querГa ver despuГ©s de regresar a la ciudad”.
“Me siento halagada”, dijo Kat. “Pero creo que las dos sabemos que no soy la persona que has venido a visitar. ¿Dejamos de remolonear y vamos al grano?”.
Jessie asintiГі y siguiГі a Kat al interior de la sala de PreparaciГіn, donde la esterilidad y el silencio pusieron punto final al ambiente jocoso de la visita.
*
Quince minutos despuГ©s, Kat escoltaba a Jessie hasta la puerta que conectaba con el ala de seguridad del DNR donde estaban algunas de las personas mГЎs peligrosas del planeta. Ya habГan pasado por su oficina para ponerse al dГa sobre los Гєltimos meses, que habГan sido sorprendentemente aburridos.
Kat le informГі de que, como Crutchfield le habГa amenazado con que se iba a ver enseguida con su padre, habГan aumentado todavГa mГЎs las ya estrictas medidas de seguridad. Las instalaciones contaban ahora con cГЎmaras de seguridad adicionales y hasta con mayor comprobaciГіn de identidad para visitantes.
No habГa pruebas de que Xander Thurman hubiera intentado visitar a Crutchfield. Sus Гєnicas visitas habГan sido la del mГ©dico que venГa todos los meses para comprobar sus constantes vitales, el psiquiatra con el que casi nunca intercambiaba ni una palabra, un detective del L.A.P.D. que esperaba, resultГі que fГєtilmente, a que Crutchfield compartiera informaciГіn sobre un caso sin resolver en el que estaba trabajando; y el abogado que le habГa asignado el tribunal, que solo aparecГa para asegurarse de que no le estuvieran torturando. Apenas habГa entablado conversaciГіn con ninguno de ellos.
SegГєn decГa Kat, no habГa mencionado a Jessie delante del personal, ni siquiera a Ernie Cortez, el agente que supervisaba sus duchas semanales. Era como si ella no existiera. Jessie se preguntaba si estarГa enfadado con ella.
“Ya sé que te acuerdas del procedimiento”, dijo Kat, mientras esperaban de pie delante de la puerta de seguridad. “Como han pasado unos cuantos meses, deja que repase los procedimientos de seguridad como medida de precaución. No te acerques al prisionero. No toques la barrera de cristal. Y ya sé que esta te la vas a pasar por alto de todas maneras, pero oficialmente, se supone que no puedes compartir ninguna información personal. ¿Entendido?”.
“Claro”, dijo Jessie, contenta de que le recordara todo. Le servГa para ponerse en el estado mental adecuado.
Kat deslizГі su placa y asintiГі ante la cГЎmara encima de la puerta. Desde dentro, alguien les dejГі pasar. Jessie se sintiГі abrumada al instante por la sorprendente rГЎfaga de actividad. En vez de los cuatro habituales guardias de seguridad, habГa seis. AdemГЎs, habГa tres hombres vestidos con uniforme de trabajo dando vueltas alrededor de algunas piezas de equipo tГ©cnico.
“¿Qué pasa?”, preguntó ella.
“Oh, olvidГ© mencionarlo, vamos a recibir unos cuantos residentes a mitad de semana. Vamos a estar al completo en las diez celdas, asГ que estamos comprobando el equipo de vigilancia en las celdas vacГas para asegurarnos de que todo estГЎ en perfecto funcionamiento. TambiГ©n hemos aumentado el personal de seguridad en cada turno de cuatro a seis agentes durante el dГa, sin incluirme a mГ, y de tres a cuatro por la noche”.
“Eso suena… arriesgado”, dijo Jessie diplomáticamente.
“Me mostrГ© en contra”, admitiГі Kat. “Pero el condado tenГa ciertas necesidades y nosotros tenГamos las celdas disponibles. Era una batalla perdida”.
Jessie asintiГі mientras miraba a su alrededor. Las cosas esenciales del lugar parecГan ser las mismas. La unidad estaba diseГ±ada en forma de rueda con la base de operaciones en el centro y con pasillos que salГan en todas direcciones, y que llevaban a las celdas de los prisioneros. En este momento, habГa seis oficiales en el espacio ahora abarrotado del centro de operaciones, que parecГa un centro de enfermerГa de un hospital lleno de pacientes.
Algunas de las caras le resultaban nuevas, pero la mayorГa le eran familiares, incluida la de Ernie Cortez. Ernie era un espГ©cimen masivo, de mГЎs de dos metros y 140 kilos de mГєsculos bien formados. TenГa unos treinta y tantos aГ±os y le empezaban a asomar las canas en su cabello negro de corte militar. Ernie esbozГі una enorme sonrisa al ver a Jessie.
“Chica Vogue”, le llamГі, utilizando el apodo afectuoso que le habГa dado durante su primer encuentro, en que Г©l habГa tratado de mostrar su interГ©s, sugiriendo que deberГa ser una modelo. Le habГa cerrado el pico a toda prisa, pero Г©l no parecГa guardarle ningГєn rencor.
“¿Cómo va, Ernie?”, le preguntó, sonriendo de vuelta.
“Como siempre, ya sabes. Asegurándonos de mantener a raya a los pedófilos, los violadores, y los asesinos. ¿Y tú?”.
“Básicamente igual”, dijo ella, decidiendo no meterse en detalles sobre sus actividades de los últimos meses con tantas caras desconocidas a su alrededor.
“AsГ que ahora que has tenido unos cuantos meses para superar tu divorcio, Вїte gustarГa pasar algo de tiempo de calidad con el Ernster? Tengo pensado ir a Tijuana este fin de semana”.
“¿Ernster?” repitió Jessie, incapaz de impedir que le saliera una risita.
“¿Qué?”, dijo él, fingiendo ponerse a la defensiva. “Es un apodo”.
“Lo lamento, Ersnter, estoy bastante segura de que tengo planes para el fin de semana, pero pásalo en grande en la pista de jai alai. Cómprame unos Chiclets, ¿de acuerdo?”.
“Ay, vaya”, replicó él, poniéndose la mano en el pecho como si ella le hubiera lanzado una flecha al corazón. “Sabes qué, los chicos grandes también tenemos sentimientos. También somos, ya sabes… chicos grandes”.
“Muy bien, Cortez,” interrumpió Kat, “ya está bien con eso. Me acabas de hacer vomitar un poco dentro de mi boca. Y Jessie tiene asuntos que atender”.
“Hiriente”, murmurГі Ernie entre dientes mientras volvГa a poner su atenciГіn en el monitor que tenГa delante. A pesar de sus palabras, su tono sugerГa que no le importaba demasiado. Kat hizo un gesto para que Jessie le siguiera al pasillo donde estaba la celda de Crutchfield.
“Vas a querer esto,” le dijo, sujetando la pequeña llave electrónica con el botón rojo en el centro. Era su aparato para los casos de emergencia. Jessie lo consideraba algo asà como una manta de seguridad digital.
Si Crutchfield le sacaba de sus casillas y ella querГa salir de la sala sin que Г©l se enterara del impacto que estaba teniendo en ella, tenГa que presionar el botГіn oculto en su mano. Eso alertarГa a Kat, que podrГa sacarle de la sala con algГєn pretexto oficial inventado. Jessie estaba bastante segura de que Crutchfield sabГa que tenГa ese aparato, pero, aun asГ, se alegraba de que asГ fuera.
AgarrГі la llave electrГіnica, asintiГі a Kat indicando que estaba lista para pasar, y respirГі profundamente. Kat abriГі la puerta y Jessie pasГі al interior.
Por lo visto, Crutchfield habГa anticipado su llegada. Estaba de pie, a solo unas pulgadas del cristal que dividГa la habitaciГіn en dos, sonriГ©ndole abiertamente.
CAPГЌTULO SEIS
A Jessie le llevГі un segundo despegar su mirada de sus dientes retorcidos y evaluar la situaciГіn.
En apariencia, no tenГa un aspecto tan distinto de lo que ella recordaba. TodavГa tenГa su pelo rubio, esquilado casi al rape. TodavГa llevaba su uniforme obligatorio de color turquesa. TodavГa tenГa la cara un poco mГЎs regordeta de lo que cabrГa esperar de un tipo que medГa 1,75 metros y pesaba 80 kilos. HacГa que pareciera que estaba mГЎs cerca de tener veinticinco aГ±os que de los treinta y cinco que tenГa en realidad.
Y aГєn tenГa esos inquisitivos ojos marrones, casi avasalladores. Eran la Гєnica pista de que el hombre que tenГa delante de ella habГa matado al menos a diecinueve personas, y quizГЎs hasta el doble.
La celda tampoco habГa cambiado. Era pequeГ±a, con una cama estrecha sin sГЎbanas que estaba empotrada en la pared. HabГa un pequeГ±o escritorio con una silla incorporada en la esquina de la derecha, junto a un pequeГ±o lavabo de metal. DetrГЎs de eso estaba el servicio, colocado en la parte trasera, con una portezuela deslizante de plГЎstico para dar una mГnima sensaciГіn de privacidad.
“SeГ±orita Jessie,” ronroneГі con suavidad. “¡Menuda sorpresa inesperada encontrarme contigo aquГ!”.
“Y, aun asГ, estГЎs de pie ahГ como si estuvieras esperando mi llegada inminente”, le contradijo Jessie, que no querГa darle a Crutchfield ni un momento de ventaja. Se acercГі y se sentГі en la silla detrГЎs de un pequeГ±o escritorio al otro lado del cristal. Kat tomГі su posiciГіn habitual, de pie y completamente alerta en un rincГіn de la celda.
“PercibГ un cambio en el aire de las instalaciones”, le contestГі, con su tono de Luisiana mГЎs exagerado que nunca. “El aire parecГa mГЎs dulce y pensГ© que podГa escuchar cГіmo piaba un pГЎjaro afuera”.
“Por lo general, no sueles tener tantos cumplidos”, notó Jessie. “¿te importa decirme qué es lo que ha conseguido que te pongas de un humor tan generoso?”.
“Nada en concreto, seГ±orita Jessie. ВїEs que no puede un hombre apreciar la pequeГ±a alegrГa que resulta de tener una visita inesperada?”.
Algo en el modo que pronunciГі la Гєltima lГnea hizo estremecer el cuero cabelludo de Jessie, como si el comentario estuviera cargado de significado. Se quedГі allГ sentada un momento, dejando a su mente que trabajara, ignorando por completo las restricciones temporales. SabГa que Kat le dejarГa manejar la entrevista de la manera que ella quisiera.
DГЎndole vueltas a las palabras de Crutchfield en su cabeza, se dio cuenta de que podГan referirse a mГЎs de una sola cosa.
“Cuando hablas de visitas inesperadas, Вїte refieres a mГ, Crutchfield?”.
Г‰l se la quedГі mirando durante varios segundos antes de hablar. Finalmente, con lentitud, la amplia, forzada, sonrisa en su rostro se transformГі en una expresiГіn burlona mГЎs malГ©vola, y tambiГ©n mГЎs creГble.
“No hemos establecido las reglas de juego para esta visita”, le dijo, girándose de repente sobre sus espaldas.
“Creo que hace mucho que han terminado los dГas de las reglas de juego, Вїno crees, Crutchfield?”, le preguntГі. “Hace mucho que nos conocemos, y podemos simplemente charlar, Вїno es cierto?”.
RegresГі a la cama empotrada en la pared de la celda y se sentГі, con la expresiГіn ligeramente oculta en la penumbra.
“Entonces, ¿cómo puedo estar seguro de que vas a ser tan honesta como quieres que yo sea contigo?”, le preguntó.
“DespuГ©s de que le ordenaras a uno de tus compinches que entrara al apartamento de mi amiga y le diera un susto tal que todavГa no pega ojo por las noches, no estoy segura de que te hayas ganado mi confianza o mi buena voluntad”.
“Sacas ese incidente a colaciГіn”, le dijo Г©l, “pero olvidas mencionar las mГєltiples ocasiones en que te he ayudado, tanto en lo profesional como en lo personal. Por cada supuesta indiscreciГіn que ha habido por mi parte, te he compensado con informaciГіn que te ha resultado inestimable. Lo Гєnico que estoy pidiendo son ciertas garantГas de que esto no va a ser solo trabajo mГo”.
Jessie le mirГі con dureza, intentando determinar la buena voluntad que podГa mostrar al tiempo que mantenГa una distancia profesional.
“¿Y qué es exactamente lo que estás buscando?”.
“¿Ahora mismo? Solo tu tiempo, seГ±orita Jessie. PreferirГa que no tardaras tanto en regresar por aquГ. Han pasado setenta y seis dГas desde que me concediste la gracia de tu presencia. Un hombre un poco mГЎs inseguro podrГa ofenderse ante tan larga ausencia”.
“Muy bien”, dijo Jessie. “Prometo visitarte de manera más regular. De hecho, me aseguraré de pasar por aquà al menos otra vez esta semana. ¿Cómo suena eso?”.
“Es un comienzo”, dijo sin entusiasmo.
“Genial. Entonces regresemos a mi pregunta. Antes dijiste que apreciabas la alegrГa que te producГa tener una visita inesperada. ВїTe estabas refiriendo a mГ?”.
“SeГ±orita Jessie, aunque siempre sea una delicia regodearme en tu compaГ±Гa, debo confesar que mi comentario sin duda alguna se referГa a otro visitante”.
Jessie podГa escuchar cГіmo se tensaba Kat en el rincГіn de atrГЎs.
“¿Y a quién te refieres?”, le preguntó, manteniendo el mismo volumen.
“Creo que ya lo sabes”.
“Me gustarГa que me lo dijeras tú”, insistiГі Jessie.
Bolton Crutchfield se volviГі a poner de pie, ahora mГЎs visible debajo de la luz, y Jessie pudo ver que estaba dГЎndole vueltas a la lengua en la boca, como si fuera un pez en un anzuelo con el que estuviera jugueteando.
“Como te aseguré la última vez que hablamos, pensaba tener una charla con tu papi”.
“¿Y la has tenido?”.
“Sin duda alguna”, respondió tan casualmente como si le estuviera dando la hora. “Me pidió que te transmitiera sus saludos cordiales, después de que le ofreciera los tuyos”.
Jessie le mirГі de cerca, en busca de cualquier indicio de engaГ±o en su rostro.
“¿Hablaste con Xander Thurman,” reconfirmó, “en esta habitación, en algún momento de las últimas once semanas?”.
“Asà es.”
Jessie sabГa que Kat estaba deseando hacer sus propias preguntas para intentar confirmar la veracidad de su afirmaciГіn y de cГіmo podГa haber sucedido. Pero, en su mente, eso era secundario y podГa abordarlo mГЎs tarde. No querГa que la conversaciГіn se desviara del tema asГ que lo continuГі antes de que su amiga pudiera decir nada.
“¿De qué hablasteis?”, le preguntó, intentando mantener un tono de neutralidad.
“Pues bien, tuvimos que ser bastante crГpticos, para que los que nos estaban escuchando no descubrieran su verdadera identidad. Pero el tema central de nuestra charla fuiste tГє, seГ±orita Jessie”.
“¿Yo?”.
“SГ. Si recuerdas, Г©l y yo hablamos hace un par de aГ±os y me advirtiГі que puede que un dГa me visitaras. Que tendrГas un nombre diferente del que Г©l te habГa puesto, Jessica Thurman.”
Jessie se estremeciГі involuntariamente ante el nombre que no habГa escuchado salir de los labios de nadie mГЎs que de sГ misma en dos dГ©cadas. SabГa que Г©l habГa visto su reacciГіn, pero no habГa nada que pudiera hacer por evitarlo. Crutchfield sonriГі complacido y continuГі.
“QuerГa saber cГіmo le iba a esta hija suya perdida hace tanto tiempo. Estaba interesado en todo tipo de detalles, cГіmo te ganas la vida, dГіnde vives, el aspecto que tienes ahora, cГіmo te llamas en este momento. EstГЎ deseando reconectar contigo, seГ±orita Jessie”.
Mientras hablaba, Jessie se obligГі a sГ misma a respirar muy lentamente hacia dentro y hacia fuera. Se recordГі cГіmo destensar el cuerpo y hacer lo mejor posible por parecer tranquila, aunque fuera una fachada. TenГa que parecer imperturbable mientras le hacГa la siguiente pregunta.
“¿Y le contaste alguno de esos detalles?”.
“Solamente uno”, dijo con malicia.
“¿Y de cuál se trata?”.
“El verdadero hogar está dónde uno tiene a los suyos,” dijo él.
“¿QuГ© diablos significa eso?”, exigiГі Jessie, que sentГa cГіmo se aceleraba por momentos el latido de su corazГіn.
“Le dije la ubicación del lugar al que llamas hogar”, le dijo, con toda naturalidad.
“¿Le diste mi dirección?”.
“No fui tan especГfico. Para ser honestos, no conozco tu direcciГіn exacta, a pesar de todo lo que he hecho para descubrirla. Pero sГ© lo suficiente como para que te acabe encontrando si es listo. Y como ambos sabemos, seГ±orita Jessie, tu papГЎ es muy listo”.
Jessie tragГі saliva y reprimiГі las ganas de ponerse a gritar. TodavГa estaba respondiendo a sus preguntas y necesitaba tanta informaciГіn como pudiera obtener antes de que se detuviera.
“Entonces, ¿cuánto tiempo me queda antes de que venga llamando a mi puerta?”.
“Eso depende de lo que Г©l tarde en reunir las piezas”, dijo Crutchfield encogiendo los hombros de manera exagerada. “Como ya dije, tuve que ser algo misterioso. Si hubiera sido muy especГfico, hubiera creado seГ±ales de alerta para los tipos que monitorean cada una de mis conversaciones. Eso no hubiera resultado productivo”.
“¿Por quГ© no me dices con exactitud lo que le dijiste? De ese modo, me puedo figurar la lГnea temporal por mi cuenta”.
“¿Y dГіnde estarГa la diversiГіn en eso, seГ±orita Jessie? De verdad que tienes mi admiraciГіn, pero eso me resulta una ventaja poco razonable. Tenemos que darle una oportunidad al hombre”.
“¿Oportunidad?”, repitió Jessie, incrédula. “¿De qué? ¿De ir un paso por delante para acabar destripándome como le hizo a mi madre?”.
“Bueno, eso es de lo mГЎs injusto”, replicГі, pareciendo calmarse cuanto mГЎs se agitaba Jessie. “PodГa haber hecho eso en aquella cabaГ±a en la nieve hace todos esos aГ±os, pero no lo hizo. AsГ que, Вїpor quГ© asumir que te quiere hacer daГ±o ahora? QuizГЎ solo quiera llevar a su damita a pasar el dГa a Disneyland”.
“Perdona si no me siento tan inclinada a darle el mismo beneficio de la duda”, le espetó. “Esto no es un juego, Bolton. ¿Quieres que te visite de nuevo? Necesito estar con vida para hacerlo. No voy a poder darte mucha coba si tu mentor acaba por descuartizar a tu amiguita favorita”.
“Dos cosas, seГ±orita Jessie: en primer lugar, entiendo que son noticias perturbadoras, pero preferirГa que no emplearas ese tono tan familiar conmigo. ВїMe llamas por mi primer nombre? No solo es poco profesional, no es propio de ti”.
Jessie mantuvo un incГіmodo silencio. Incluso antes de que le dijera lo segundo, ya sabГa que no le iba a decir lo que ella querГa. Aun asГ, permaneciГі en silencio, mordiГ©ndose literalmente la lengua en caso de que Г©l cambiara de idea.
“Y en segundo”, continuГі, disfrutando claramente de la inquietud de Jessie, “aunque disfruto de tu compaГ±Гa, no presupongas que eres mi amiguita favorita. No nos olvidemos de la siempre alerta Oficial Gentry ahГ detrГЎs. Es todo un bombГіn, un bombГіn rancio y podrido. Como le he dicho en mГЎs de una ocasiГіn, cuando salga de este lugar, tengo intenciГіn de darle un regalo especial de despedida, no sГ© si me entiendes. AsГ que no trates de saltarte la cola de las amiguitas”.
“Yo…” comenzó Jessie, esperando que cambiara de idea.
“Me temo que ya se acabó nuestro tiempo”, dijo con voz cortante. Dicho eso, se giró y caminó hacia el diminuto nicho de su celda con retrete y tiró del divisor de plástico, dando por terminada la conversación.
CAPГЌTULO SIETE
Jessie giraba la cabeza de un lado a otro, en busca de alguien o algo fuera de lo normal.
Mientras regresaba a su casa, siguiendo la misma ruta tortuosa que habГa recorrido por la maГ±ana, todas las medidas de seguridad de las que se habГa sentido tan orgullosa pocas horas antes le resultaban ahora terriblemente inadecuadas.
En esta ocasiГіn, se atГі la melena en un moГ±o y la ocultГі debajo de una gorra de bГ©isbol y de la capucha de una sudadera que se habГa comprado de regreso desde Norwalk. Llevaba una pequeГ±a mochila que se enganchaba por delante, abrazГЎndole el torso. A pesar del anonimato adicional que podrГan haberle proporcionado, no llevaba gafas de sol porque le preocupaba que limitaran su campo visual.
Kat habГa prometido que revisarГa las cintas de seguridad de todas las visitas recientes de Crutchfield para ver si se habГan pasado algo por alto. TambiГ©n dijo que, si Jessie pudiera esperar hasta que terminara su turno, conducirГa hasta DTLA, a pesar de que ella vivГa al otro extremo en la Ciudad de la Industria, y le ayudarГa a asegurarse de que llegaba a salvo a casa. Jessie rechazГі la oferta con amabilidad.
“No puedo contar con tener escolta armada a cualquier parte que vaya a partir de ahora”, insistió.
“¿Por quГ© no?”, le habГa preguntado Kat solo medio en bromas.
Ahora, mientras descendГa por el pasillo que llevaba a su apartamento, se preguntaba si hubiera debido aceptar la oferta de su amiga. Se sentГa especialmente vulnerable con la bolsa de las compras en los brazos. HabГa un silencio sepulcral en el pasillo y no habГa visto a nadie en absoluto desde que entrara al edificio. Antes de descartarlo sin mГЎs, surgiГі una nociГіn alocada en su cabeza, que su padre habГa matado a todo el mundo en su piso para no tener que lidiar con complicaciones cuando se le acercara.
La luz de su mirilla estaba verde, lo que le ofreciГі cierto alivio mientras abrГa la puerta, mirando a ambos lados del pasillo por si habГa alguien que se le fuera a tirar encima. Nadie lo hizo. Una vez en el interior, encendiГі las luces y despuГ©s cerrГі todas las cerraduras antes de desactivar las dos alarmas. Inmediatamente despuГ©s, volviГі a activar la alarma principal, poniГ©ndola en funciГіn “casa” para poder moverse por el apartamento sin hacer que saltaran los sensores de movimiento.
ColocГі la bolsa de las compras sobre el mostrador de la cocina y examinГі el lugar, con la barra luminosa en la mano. Le habГan concedido su solicitud de un permiso de armas antes de irse a Quantico y se suponГa que le darГan su arma cuando fuera a trabajar a comisarГa al dГa siguiente. Parte de ella deseaba que ya la hubiera pasado a recoger cuando se presentГі por allГ para recoger su correo. Cuando por fin tuvo la seguridad de que su apartamento estaba a salvo, empezГі a ordenar las compras, dejando fuera el sashimi que habГa comprado para cenar en vez de una pizza.
No hay como un sushi de supermercado un lunes por la noche para hacer que una chica sin plan alguno se sienta especial en la gran ciudad.
La idea le provocГі una breve risa antes de recordar que le habГan dado un mapa de su residencia a su padre el asesino en serie. QuizГЎ no se tratara de un mapa completo con direcciones, pero, por lo que habГa dicho Crutchfield, era bastante como para que Г©l le acabara encontrando con el tiempo. La pregunta del millГіn era: Вїy cuГЎndo serГa exactamente “con el tiempo”?.
*
Hora y media despuГ©s, Jessie estaba boxeando con una bolsa pesada, y el sudor le rodaba por el cuerpo. DespuГ©s de terminar su sushi, se habГa sentido inquieta y habГa decidido ir a ejercitar sus frustraciones de manera constructiva al gimnasio.
Nunca habГa sido una gran adepta al gimnasio, pero durante su tiempo en la Academia Nacional habГa hecho un descubrimiento inesperado. Cuando entrenaba hasta el agotamiento, no le quedaba espacio por dentro para la ansiedad y el temor que le consumГan la mayor parte del resto del tiempo. Si hubiera sabido esto hace una dГ©cada, se hubiera podido ahorrar miles de noches en vela, y hasta las noches repletas de pesadillas interminables.
TambiГ©n podГa haberle salvado unas cuantas visitas a su terapeuta, la doctora Janice Lemmon, una cГ©lebre psicГіloga forense por derecho propio. La doctora Lemmon era una de las pocas personas que conocГan cada uno de los detalles del pasado de Jessie. Le habГa proporcionado una ayuda inestimable durante los Гєltimos aГ±os.
En este momento, estaba en convalecencia de un trasplante de riГ±Гіn y no estaba disponible para concertar sesiones durante unas cuantas semanas mГЎs. Jessie se sentГa tentada de pensar que podГa saltarse del todo estas visitas, pero, aunque puede que fuera mГЎs barato ir solo a la terapia del gimnasio, sabГa que seguramente habrГa momentos en que necesitarГa hablar con su doctora en el futuro.
Cuando fue a su consulta para ponerse una serie de vacunas, recordaba cГіmo, antes de su viaje a Quantico, se habГa estado despertando cubierta de sudor, respirando con dificultad, intentando recordarse a sГ misma que estaba a salvo en Los ГЃngeles y no de vuelta a la pequeГ±a cabaГ±a en los Ozarks de Missouri, atada a una silla, viendo cГіmo goteaba la sangre del cadГЎver cada vez mГЎs congelado de su madre muerta.
OjalГЎ todo eso hubiera sido tan solo un mal sueГ±o, pero era todo cierto. Cuando tenГa seis aГ±os y el matrimonio de sus padres pasaba por problemas, su padre las habГa llevado a ella y a su madre a la cabaГ±a que tenГa en algГєn lugar aislado. Mientras estaban allГ, les habГa revelado que habГa estado secuestrando, torturando, y asesinando a gente durante aГ±os. Y despuГ©s le hizo lo mismo a su propia mujer, Carrie Thurman.
Mientras la esposaba las manos a las vigas del techo de la cabaГ±a e intermitentemente, acuchillaba a su madre con un enorme cuchillo, hizo que Jessie, por aquel entonces Jessica Thurman, lo viera todo. Le atГі los brazos a una silla y le forzГі a mantener los pГЎrpados abiertos mientras acababa de descuartizar a su madre del todo.
DespuГ©s utilizГі el mismo cuchillo para hacer un corte enorme en la clavГcula de su hija desde el hombro izquierdo hasta la base del cuello. DespuГ©s de eso, se marchГі de la cabaГ±a sin mГЎs. Tres dГas despuГ©s, conmocionada y con hipotermia, fue hallada por dos cazadores que pasaban por allГ de casualidad.
Cuando se recuperГі, le contГі toda la historia a la policГa y al FBI. Sin embargo, para ese momento, su padre se habГa largado hacГa mucho y con Г©l toda esperanza de atraparle. Metieron a Jessica en el Programa de ProtecciГіn de Testigos de Las Cruces con los Hunt. Jessica Thurman se convirtiГі en Jessie Hunt y comenzГі una vida nueva.
Jessie se sacudiГі los recuerdos de su mente, moviendo su atenciГіn de las vacunas a las patadas con la rodilla con intenciГіn de darle a la entrepierna de tu asaltante. Se regodeГі en el dolor que sintiГі en sus cuГЎdriceps cuando golpeaba hacia arriba. Con cada golpe, la imagen de la piel pГЎlida y sin vida de su madre se desvanecГa.
Entonces apareciГі otro recuerdo en su mente, el de su antiguo marido, Kyle, atacГЎndole en su propia casa, tratando de matarla y de inculparla por el asesinato de su amante. Casi podГa sentir el escozor del atizador de la chimenea que le habГa clavado en el lado izquierdo del abdomen.
El dolor fГsico de ese momento solo era equiparable con la humillaciГіn que todavГa sentГa por haber pasado una dГ©cada en una relaciГіn Гntima con un sociГіpata sin darse cuenta de ello. DespuГ©s de todo, se suponГa que era una experta en identificar estos tipos de personas.
Jessie subiГі la potencia una vez mГЎs, esperando alejar la vergГјenza de su mente con una serie de lanzamientos de codo contra la bolsa a la altura donde estarГa la mandГbula de su oponente. Sus hombros estaban empezando a quejarse del dolor, pero ella continuГі sacudiendo la bolsa, sabiendo que enseguida su mente estarГa demasiado cansada como para estar desasosegada.
Esta era la parte de sГ misma que no se habГa esperado descubrir en el FBI, lo duro que podГa llegar a entrenar. A pesar de la tГpica aprensiГіn que sintiГі al llegar, habГa pensado que seguramente le irГa bien en el lado acadГ©mico. Se acababa de pasar los tres aГ±os anteriores en ese entorno, inmersa en psicologГa criminal.
Y no le habГa faltado razГіn. Las clases de derecho, ciencia forense, y terrorismo le resultaban fГЎciles. Incluso el seminario de ciencias del comportamiento, donde los instructores eran sus hГ©roes de toda la vida y pensaba que quizГЎ estarГa nerviosa, resultГі de lo mГЎs natural. Sin embargo, en las clases de preparaciГіn fГsica, y especialmente en el entrenamiento de autodefensa, era donde mГЎs se habГa sorprendido a sГ misma.
Sus instructores le habГan demostrado que con su metro ochenta y sus 75 kilos, tenГa el tamaГ±o necesario para vГ©rselas con la mayorГa de los perpetradores, si estaba adecuadamente preparada. Probablemente, nunca tendrГa las habilidades de combate personal de una veterana de las Fuerzas Especiales como Kat Gentry. Y saliГі del programa con la confianza de que podrГa defenderse en la mayorГa de las situaciones.
Jessie se sacГі los guantes de un tirГіn y pasГі a la cinta de correr. EchГі un vistazo a su reloj, vio que ya eran casi las 8 de la tarde. DecidiГі que una carrera de cinco millas la dejarГa lo bastante exhausta como para permitirle dormir sin sueГ±os por la noche. Esa era una prioridad ya que maГ±ana regresaba de nuevo al trabajo, donde sabГa que todos sus compaГ±eros la freirГan a preguntas, esperando que ahora fuera una especie de superhГ©roe del FBI.
Se dio un periodo de cuarenta minutos, presionГЎndose a sГ misma para completar las cinco millas a un ritmo de ocho minutos por milla. Entonces les subiГі el volumen a los cascos. Cuando empezaron a sonar los primeros segundos de “Killer” de Seal, su mente se quedГі en blanco, enfocГЎndose solamente en lo que tenГa delante de ella. No albergaba la menor nociГіn respecto al tГtulo de la canciГіn o de los recuerdos personales que pudiera sacar a la superficie. No habГa nada mГЎs que ese ritmo y sus piernas moviГ©ndose al unГsono. Era lo mГЎs cerca de la paz que Jessie Hunt podГa sentirse.
CAPГЌTULO OCHO
Eliza Longworth iba corriendo para llegar hasta la casa de Penny cuando antes le fuera posible. Eran casi las 8 de la maГ±ana, la hora a la que su profesora de yoga solГa aparecer.
HabГa pasado una noche bГЎsicamente en vela. Solo cuando llegГі el primer rayo del alba le pareciГі saber quГ© ruta tomar. Una vez tomГі la decisiГіn, Eliza sintiГі cГіmo se le quitaba un peso de encima.
Le enviГі un mensaje de texto a Penny para decirle que la noche en vela le habГa dado tiempo para pensar, y para reconsiderar si se habГa precipitado al terminar con su amistad. TenГan que ir a la lecciГіn de yoga. Y despuГ©s, una vez su profesora, Beth, se hubiera ido, podГan encontrar la manera de aclarar las cosas.
A pesar de que no habГa recibido respuesta alguna por parte de Penny, Eliza se dirigiГі hacia su casa de todas maneras. En el momento que llegaba a la puerta principal, vio cГіmo Beth conducГa por la serpenteante carretera residencial y le saludaba.
“¡Penny!”, le chillГі mientras llamaba a la puerta. “Beth estГЎ aquГ. ВїSigue en pie la clase de yoga?”.
No obtuvo respuesta asГ que presionГі el timbre y se puso a mover los brazos delante de la cГЎmara.
“Penny, ¿puedo pasar? Tenemos que hablar un momento antes de que llegue Beth”.
SiguiГі sin obtener respuesta y Beth ya estaba a solo cien metros asГ que decidiГі entrar, dejando la puerta abierta para Beth.
“Penny”, gritó. “Te dejaste la puerta abierta. Beth está aparcando. ¿Recibiste mi mensaje? ¿Podemos hablar un minuto en privado antes de empezar?”.
PasГі al recibidor y esperГі. No hubo ninguna respuesta. Se moviГі a la sala de estar donde generalmente recibГan las lecciones de yoga. TambiГ©n estaba vacГa. Estaba a punto de entrar a la cocina cuando Beth entrГі a la casa.
“¡Damas, estoy aquГ!”, les llamГі desde la puerta principal.
“Hola, Beth”, dijo Eliza, girГЎndose para saludarle. “La puerta estaba abierta, pero Penny no me responde. No estoy segura de lo que pasa. QuizГЎ se quedГі dormida o estГЎ en el baГ±o o algo asГ. Puedo mirar arriba… si quieres, puedes prepararte algo de beber. Estoy segura de que solo tardarГЎ un minuto”.
“No te preocupes”, dijo Beth. “Mi cliente de las nueve y media me ha cancelado asà que no tengo prisa. Dile que se tome su tiempo”.
“Muy bien”, dijo Eliza mientras empezaba a subir las escaleras. “Danos solo un minuto”.
Iba a mitad de camino por las escaleras cuando se preguntГі si a lo mejor hubiera debido tomar el ascensor. El dormitorio principal estaba en el tercer piso y el ascensor no le hacГa la menor gracia. Antes de que pudiera reconsiderarlo en serio, escuchГі un grito que venГa del piso de abajo.
“¿Qué pasa?”, gritó mientras se giraba sobre sà misma para bajar a toda prisa las escaleras.
“¡Date prisa!”, gritó Beth. “¡Por Dios, corre!”.
Su voz provenГa de la cocina. Eliza echГі a correr cuando alcanzГі el piso de abajo, atravesando la sala de estar a toda prisa para doblar la esquina.
En el suelo de baldosas hispГЎnicas de la cocina, tumbada en un charco inmenso de sangre, estaba Penny. Se le habГan quedado los ojos abiertos de terror, y el cuerpo estaba contraГdo por un horripilante espasmo mortal.
Eliza se apresurГі a acercarse a su mejor y mГЎs antigua amiga, resbalГЎndose con el lГquido espeso al hacerlo. Su pie saliГі hacia adelante y se cayГі de espaldas al suelo, donde todo su cuerpo se baГ±Гі de sangre.
Tratando de no echarse a vomitar, gateГі y le puso las manos en el pecho a Penny. Hasta con la ropa puesta, estaba frГa. A pesar de ello, Eliza le sacudiГі, como si eso pudiera despertarla.
“Penny”, le rogaba, “despierta”.
Su amiga no le respondГa. Eliza mirГі a Beth.
“¿Conoces alguna técnica de reanimación?”, le preguntó.
“No”, dijo la joven con voz temblorosa, sacudiendo la cabeza. “Pero creo que es demasiado tarde”.
Ignorando su comentario, Eliza intentГі acordarse de la clase de reanimaciГіn que habГa tomado hacГa aГ±os. Era para tratamiento infantil, pero supuso que deberГan aplicarse los mismos principios. AbriГі la boca de Penny, le echГі la cabeza hacia atrГЎs, le cerrГі los orificios de la nariz con dos dedos, y soplГі con fuerza sobre la boca de su amiga.
Entonces se encaramГі a la cintura de Penny, puso una mano sobre la otra con las palmas hacia abajo, y presionГі la palma de su mano sobre el esternГіn de Penny. Lo hizo por segunda vez y despuГ©s una tercera, intentando crear cierto ritmo.
“Oh, Dios”, escuchó murmurar a Beth. Elevó la vista para ver lo que pasaba.
“¿Qué pasa?”, le exigió con firmeza.
“Cuando presionas sobre ella, le rezuma sangre del pecho”.
Eliza bajГі la vista. Era cierto. Cada presiГіn causaba una lenta filtraciГіn de sangre desde lo que parecГan ser unos cortes bastante anchos en su cavidad pectoral. ElevГі la vista de nuevo.
“¡Llama al nueve-uno-uno!”, gritГі, aunque sabГa que no servirГa de nada.
*
Jessie, que se sentГa sorprendentemente nerviosa, llegГі pronto al trabajo.
Con todas las medidas adicionales de seguridad que habГa dispuesto, decidiГі salir de casa con veinte minutos de antelaciГіn para su primer dГa de trabajo en tres meses, para asegurarse de llegar antes de las 9 de la maГ±ana, la hora a la que le habГa pedido el CapitГЎn Decker que apareciera. Pero parece que su capacidad de transitar las curvas y descensos ocultos habГa mejorado mucho, porque no tardГі tanto como esperaba en llegar a la ComisarГa Central.
Mientras caminaba desde la zona de aparcamiento a la puerta principal de la comisarГa, sus ojos se movГan de un lado a otro, en busca de cualquier cosa fuera de lo normal. Entonces recordГі la promesa que se habГa hecho a sГ misma justo antes de quedarse dormida la noche anterior. No iba a permitir que la amenaza de su padre le reconcomiera por dentro.
No tenГa la menor idea de lo especГfica o general que fuera la informaciГіn que le habГa pasado Bolton Crutchfield a su padre. Ni siquiera podГa estar segura de que Crutchfield estuviera diciendo la verdad. De todas maneras, no habГa mucho mГЎs que pudiera hacer al respecto ademГЎs de lo que ya estaba haciendo. Kat Gentry estaba repasando las cintas de video de las visitas que habГa recibido Crutchfield. BГЎsicamente, vivГa en un bГєnker. Hoy le iban a dar su arma oficial. MГЎs allГЎ de esto, tenГa que vivir su vida. De lo contrario, se volverГa loca.
RegresГі hasta la zona de oficina principal de la comisarГa, mГЎs que un tanto aprensiva de la recepciГіn que le darГan despuГ©s de estar fuera tanto tiempo. Por no aГ±adir que la Гєltima vez que habГa estado aquГ era solo una criminГіloga asesora interina.
Ahora la etiqueta de interinidad habГa desaparecido y, aunque tГ©cnicamente todavГa era una asesora, ahora le pagaba el L.A.P.D. y recibГa todos los beneficios del cuerpo. Esto incluГa el seguro mГ©dico que, a juzgar por su experiencia reciente, iba a necesitar a granel.
Cuando puso el pie dentro de la zona central de trabajo, que consistГa de docenas de escritorios, separados solamente por unos paneles de corcho, respirГі y esperГі, pero no pasГі nada. Nadie le dijo ni palabra.
De hecho, nadie pareciГі notar que habГa llegado. Algunos tenГan la cabeza agachada, examinando los archivos de varios casos. Otros estaban concentrados en la gente que tenГan al otro lado de la mesa, en su mayorГa testigos o sospechosos esposados.
Se sintiГі ligeramente decepcionada. Aunque mГЎs que eso, se sintiГі como una tonta.
ВїY quГ© me esperaba, un desfile?
No es como si hubiera ganado el mГtico Premio Nobel por su resoluciГіn de crГmenes. HabГa ido a una academia de formaciГіn del FBI durante dos meses y medio. Estaba bastante bien, pero nadie se iba a poner a aplaudir por ella.
AtravesГі silenciosamente el laberinto de escritorios, pasando junto a detectives con los que habГa trabajado previamente. Callum Reid, de cuarenta y tantos aГ±os, levantГі la vista del archivo que estaba leyendo. Cuando le hizo un gesto de asentimiento, casi se le caen las gafas de la frente, donde estaban apoyadas.
Alan Trembley de veintitantos aГ±os, con sus ricitos rubios y revueltos como de costumbre, tambiГ©n llevaba gafas, pero las suyas estaban sobre el puente de su nariz mientras interrogaba sin piedad a un hombre mayor que parecГa ebrio. Ni siquiera cayГі en la cuenta de que Jessie habГa pasado a su lado.
AlcanzГі su escritorio, que estaba vergonzosamente ordenado, se quitГі de encima la chaqueta y la mochila, y se sentГі. Mientras lo hacГa, pudo ver cГіmo Garland Moses se acercaba lentamente desde la sala de descanso, y empezaba a subir las escaleras a su oficina en el segundo piso en lo que bГЎsicamente era un cuarto de limpieza.
Resultaba ser una estaciГіn de trabajo de lo menos deslumbrante para el criminГіlogo mГЎs cГ©lebre que tenГa el L.A.P.D., pero a Moses no parecГa importarle. De hecho, no habГa gran cosa que le consiguiera alterar. Con mГЎs de setenta aГ±os y trabajando como asesor para el departamento mГЎs que nada para esquivar al aburrimiento, el legendario criminГіlogo podГa hacer prГЎcticamente lo que le diera la gana. Agente del FBI en el pasado, se habГa mudado a la costa oeste para retirarse, pero le habГan acabado convenciendo para que asesorara al departamento. Le pareciГі bien, siempre y cuando pudiera escoger sus casos y trabajar las horas que quisiera. Considerando su historial de Г©xitos, nadie puso ninguna objeciГіn en su momento ni la tenГan hasta ahora.
Con un asomo de pelo canoso despeinado, piel cuarteada, y un guardarropa del aГ±o 1981, tenГa reputaciГіn de ser un gruГ±Гіn en el mejor de los casos, y de francamente grosero en el peor de ellos. Sin embargo, durante la Гєnica interacciГіn significativa que Jessie habГa tenido con Г©l, le habГa resultado, si no cГЎlido, al menos dispuesto a conversar. QuerГa hurgar todavГa mГЎs en su cerebro, pero todavГa le daba algo de reparo ponerse a hablar con Г©l directamente.
Mientras Г©l bajaba las escaleras y salГa de su campo visual, echГі una mirada alrededor, en busca de Ryan HernГЎndez, el detective con el que habГa trabajado con mГЎs frecuencia y con quiГ©n ya se sentГa lo bastante cГіmoda como para considerarle un amigo. De hecho, acababan de empezar a llamarse por el nombre de pila, algo de lo mГЎs serio en cГrculos policiales.
Lo cierto es que se habГan conocido en circunstancias no profesionales, cuando el profesor de Jessie le habГa invitado a dar una charla en su clase de psicologГa criminal en su semestre final en UC-Irvine el pasado otoГ±o. Ryan habГa presentado un caso de estudio, que solo Jessie de toda su clase habГa sido capaz de resolver. MГЎs tarde, ella se habГa enterado de que solo era la segunda persona que lo adivinaba.
DespuГ©s de eso, se habГan mantenido en contacto. Ella le habГa llamado para pedir ayuda cuando aumentaron sus sospechas sobre los motivos de su marido, pero antes de que Г©l tratara de matarla. Y cuando se mudГі de regreso a DTLA, le asignaron a la ComisarГa Central, donde Г©l trabajaba.
HabГan trabajado en varios casos juntos, entre ellos el asesinato de una filГЎntropa de la alta sociedad, Victoria Missinger. En gran parte, fue gracias a que Jessie descubriГі a su asesina que se habГa ganado el respeto que le aseguraba el curso del FBI. Y no hubiera sido posible sin la experiencia y los instintos de Ryan HernГЎndez.
De hecho, le tenГan en tal estima que le habГan asignado a una unidad especial en Robos-Homicidios llamada la SecciГіn Especial de Homicidios, o S.E.H. Se especializaban en casos de gran renombre que generaban un montГіn de interГ©s mediГЎtico o escrutinio del pГєblico. En general, eso significaba incendios provocados, asesinatos con mГєltiples vГctimas, asesinatos de individuos conocidos y, por supuesto, asesinos en serie.
AdemГЎs de sus talentos como investigador, Jessie debГa admitir que tampoco era mala compaГ±Гa en absoluto. TenГan una buena comunicaciГіn entre ellos, como si se hubieran conocido desde mucho mГЎs tiempo. En unas cuantas ocasiones mientras estaba en Quantico, cuando tenГa las defensas bajas, Jessie se preguntaba si acaso las cosas hubieran podido ser diferentes de haberse conocido en otras circunstancias. Pero en ese momento, Jessie todavГa estaba casada y HernГЎndez llevaba mГЎs de seis aГ±os con su mujer.
Justo en ese instante el CapitГЎn Roy Decker abriГі su despacho y saliГі afuera. Alto, delgado, y casi completamente calvo excepto por cuatro pelos desmandados, Decker todavГa no tenГa ni sesenta aГ±os, pero parecГa mucho mayor, con un rostro cetrino y arrugado que sugerГa un estrГ©s constante. Su nariz acababa en punta y sus ojillos estaban alerta, como si estuviera siempre a la caza, algo que Jessie daba por sentado.
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